La chauna

José Torrente

Europa, según Valenciano

ELENA Valenciano es una de esas políticas encantadas de escucharse a sí misma. Pone el turbo de la palabra en marcha y suelta lo que sea, aunque en el cargador, en la semántica de sus frases, solo haya humo y mucha cara. A veces, escuchándola, echamos de menos el pinganillo de la traducción simultánea para entender lo que dice, porque el asombro por el cinismo que oímos desde su propia boca nos impide entenderla a la primera.

Elena Valenciano no tiene empacho en dirigirse al mismo pueblo al que vapulea cuando gobiernan para decirles que su objetivo está en el empleo. Y lo dice aquí, en Andalucía, tierra del paro y la gracia, donde repite con arrojo lo de que "se nota que aquí gobiernan los socialistas". Y tanto que se nota, Elena, y tanto. Llevamos muchos años notándolo. En el SAE también lo notan. Aunque están demasiado acostumbrados a pesar de su corta vida administrativa. Esas altas cifras de paro son su comunión diaria.

Elena Valenciano sigue la desnortada órbita del muy solidario Alfredo, antes Rubalcaba, quien se la ha jugado con Elena para que pueda caer de su lado la feria de unas primarias; o para que ella reciba la sonora bofetada de una nueva derrota. Con Elena, Alfredo hace su propia encuesta, que para eso le sirven a él las europeas.

Elena Valenciano se queja de que el PP no tenga candidato. Ella, siempre tan preocupada por todos y por tantos, también lo hace ahora por marcar los tiempos del partido de enfrente. Estas elecciones no son sino un atiborramiento ideológico, un mirar a las marcas que acuden solícitas a pedir nuestro árnica del voto. No elegimos a un candidato, en este caso, tal que en unas elecciones locales se hace, sino un programa para Europa, una opción de vida que nos garantice prestigio en el mundo, seguridad en lo económico y en lo social. Elegimos hechos más que vacuas palabras. Todo lo contrario de lo que ella ofrece.

Elena Valenciano no habla de los temores europeos hacia la España que nos dejó el PSOE tras su paso por la Moncloa. Ni de esos señores del rescate, de negro, amenazando con venir desde Bruselas con tijeras. Afortunadamente Rajoy no les abrió la puerta siquiera. Nada dice Elena de esa reforma de la PAC que había pergeñado su gobierno y que le habría supuesto un descalabro atroz al campo andaluz. Ni de la falta de peso europeo que acreditaban cuando inundaban de déficit las cuentas de España. No, de eso no habla Elena. ¿Y es allí a donde quieren que volvamos? El pueblo tiene la palabra (y el voto). Y usted que lo lea.

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