Desde finales del siglo XX se vienen usando técnicas de cálculo o ingeniería inversa que nos permiten descubrir las fuentes originales de cualquier objeto para entender su naturaleza. Por ello, el CIS de Tezanos, después de tanto equivocarse nos ha dado una magnífica herramienta y una enorme información de como acertar los resultados electorales. No hay nada mejor que aquel que miente constantemente para encontrar fácilmente la verdad.

El primer gran error fueron las elecciones andaluzas de hace 4 años. Los 47 escaños del PSOE se quedaron en 33; los 20 del PP crecieron hasta los 26 finales y el único y solitario escaño esperado para VOX se convirtió en 12 decisivos parlamentarios. El resto fueron aciertos. Por tanto, se deduce que habrá que hacer una corrección a la baja del primer partido e incrementar los otros dos para acercarse a la realidad.

Después llegó Madrid, y los escaños previstos para el PSOE, que eran 36, se redujeron a 24; los del PP que se estimaban en 54 pasaron a 65 y los del resto fueron, más o menos, dentro de lo esperado. Por tanto, se repite nuevamente una corrección del primero a la baja y del segundo al alza.

Por último, hemos tenido las de Castilla León, donde los resultados del CIS volvían a equivocarse sin pudor alguno. El claro ganador, PSOE, pasó de 34 a 28 escaños. El PP volvía a subir de los 24 estimados a los 31 logrados y nuevamente VOX crecía desde los previos 8 escaños otorgados a los 13 finalmente conseguidos. El resto fueron bien estimados. Aplíquese por tanto el razonamiento de los párrafos previos.

Lo que finalmente podemos deducir es que, ya que Tezanos permanece en el puesto, sin visos de dimisión en el horizonte, usemos sus incorrectas conclusiones para extraer conocimiento. Por tanto, el resultado que se pronostique para el PSOE por parte del CIS habrá que restarle una tercera parte del mismo; a los del PP habrá que incrementarles una cuarta parte de lo otorgado y a los de VOX habrá que elevarlos casi al doble de lo estimado. Y con ello tendremos un resultado mucho más aproximado, gracias a los curiosos errores en cadena cometidos por la nueva dirección del que, tristemente, un día fue un prestigioso centro de investigaciones sociológicas. Porque ya lo decía el poeta Alexander Pope: "El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera".