Rosa Luxemburgo fue detenida, torturada y asesinada por los freikorps, grupo paramilitar formado por excombatientes reclutados por el gobierno en colaboración con un sector mayoritario del partido socialdemócrata al que ella misma había pertenecido y al que se opuso, entre otras muchas cosas, por la participación en un conflicto mundial que consideró como un enfrentamiento entre imperialistas. Fundó el periódico La Bandera roja, donde reclamó la amnistía para los presos políticos, la derogación de la pena de muerte y otras lindezas semejantes. Ya desde 1900 opinaba en distintos medios de toda Europa con artículos en los que atacaba el militarismo alemán y el imperialismo, y peleó por un feminismo que intentó que no resultara estéril por esas "damas burguesas que si tuvieran el sufragio universal actuarían como leonas en la lucha contra las 'prerrogativas masculinas' trotando como ovejas dóciles en el campo de la reacción conservadora y clerical". Argumento similar al de Victoria Kent, la primera mujer del mundo abogada que ejerció ante un tribunal militar; Juana de Arco, la doncella de Orleans, heroína de la Guerra de Cien Años, quemada en la hoguera por mandato del obispo Pierre Cauchon (apellido fonéticamente muy próximo a cochon, "cerdo" en francés), acusada de travestismo por vestir como un soldado para luchar en la batalla, diferente hubiese sido, supongo, de haber acudido con un robe deguisée o un verdugado de falda acampanada adornado con tocado al gusto. ¿Dónde estaba el mal hombre que la incitó a la batalla? ¿Fue su padre, su hermano, un marido, un amante? El ilustre médico inglés, doctorado por la Universidad de Edimburgo, James Barry era Margaret Ann Bulkley, que no tuvo más remedio que travestirse para poder ejercer la profesión que más amaba; la botánica Jeanne Baret viajó por todo el mundo travestida también y descubrió más de 5.000 especies; botánicas, científicas, políticas, pedagogas, tantos ejemplos a lo largo de la historia a las que antes de alabar por su talento, se las ha acusado de brujas, travestidas, locas… Se las ha violado, asesinado, encarcelado, injuriado, menospreciado. Manipuladas siempre por padres, maridos, amantes... Si una mujer despunta no será por valía propia. Palabras anacrónicas en el siglo XXI que dejan de serlo si se pronuncian ciertos nombres. Greta Thunberg no arderá en las llamas, no en las físicas, pero arde en las redes, la hoguera moderna. Manipulada por sus progenitores, aunque nunca es el caso de los famosos niños del cine y las variedades, enferma de Asperger, un trastorno que afecta, por cierto, a la interacción social, no a la inteligencia. El caso es que padece algo, como si los demás estuviésemos lejos de las histerias, las obsesiones, las neurosis, la agresividad… Ruido, ruido, mucho ruido, que oculta el problema real que Greta, valiente, denuncia: TIC-TAC.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios