Impone entrar en un templo, sea cual sea el culto, impone aún más si no eres creyente. Imagino cómo debieron disimular su pequeñez, lo incómodos que tuvieron que sentirse, seguros de que hasta el aire mismo era consciente de su ignorancia, la cohorte que ocupó las butacas del Paraninfo de la Universidad de Salamanca aquel 12 de octubre de 1936, día de la Raza. Eso sí, orgullo sobraba. Imagino cómo debía de estar de agitado el entonces Jefe de la Oficina de Prensa y Propaganda y fundador de Radio Nacional, el general Millán Astray, cuando intentó justificar lo injustificable y rebatir las palabras de Unamuno: "Vencer no es convencer y hay que convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la comprensión; el odio a la inteligencia que es crítica y diferenciadora, inquisitiva, mas no de inquisición". El grito del fundador de la Legión, "¡Mueran los intelectuales!, ¡Viva la muerte!", hizo temblar los muros del Paraninfo. Grito que la prensa suavizó con el "¡Muera la inteligencia, viva la muerte!". Las palabras del general eran consigna desde el 18 de julio de 1936 cuando se comenzó a ejecutar intelectuales. En Granada cayó Manuel Fernández Montesinos, el alcalde, y los concejales; Salvador Vila, el rector de la Universidad; Constantino Ruiz Carnero, detenido, torturado, asesinado y, una vez muerto, fusilado; cayeron médicos, abogados, estudiantes, tantos, que esquilmaron la Universidad, cayeron maestros, muchos, quizás porque enseñan a pensar desde la infancia, cayeron todos aquellos sospechosos de inteligencia y cayeron a manos de la "envidia", argumento que el franquismo utilizó para zafarse de la muerte del molesto Federico García Lorca, envidia a la inteligencia, supongo, en un momento en el que la ignorancia avergonzaba. Cayó cualquiera que estuviese en contra de tomar por la fuerza el poder perdido en las urnas.

La purga se hizo a conciencia. No hay más que leer hoy las declaraciones de la señora Olona o de Mireia Borrás, por ejemplo, sobre la afiliación política que tendría García Lorca, aquel que escribió: "…las derechas no pueden de ninguna manera asaltar a España", y el 'apolítico', según Olona, Federico García Lorca, que declaraba "en España no se puede ser neutral", el poeta, para referirse a la derecha, escogió, entre todos los verbos, el verbo "asaltar". Aunque las barbaridades de Macarena Olona no son más que cacareos, comparadas con las palabras de su compañera Patricia Rueda: "Habrá ministros de Vox más pronto que tarde". Amenazas de un partido que se guarda de proclamar por las redes que está financiado por la Organización de Muyahidines del Pueblo de Irán y por el lobby 'Hazte Oír' compuesto por las fortunas españolas de Villar Mir, Koplowitz, Isidoro Álvarez y un etcétera muy alejado de esa "España que madruga" a la que tanto apelan. No es más terrible que quienes ostentan poder se jacten de ser ignorantes, como comprobar que hay quien está dispuesto a secundar la ignominia.

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