Los agricultores granadinos demostraron ayer que, si quieren, pueden paralizar una ciudad entera, véase el ejemplo de la A-44. De una forma u otra, los vecinos de la capital tuvieron que tomar partido en la causa agraria, ya fuese a favor o en contra, porque una manifestación como la vivida el miércoles impide quedarse en el centro del tablero (si es que realmente existe), y eso es bueno. La problemática del campo andaluz está sobre la mesa y Andalucía debate sobre ella en los bares, en el trabajo, en la peluquería,... toca ver si ese candor termina por apagarse o se extiende.

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