La Rayuela

Lola Quero

lolaquero@granadahoy.com

Indecisos

Los últimos acontecimientos criminales vinculados a la política, producto de la enorme crispación instalada, provocan desconfianza ciudadana y pocas ganas de votar. La abstención es el enemigo de la democracia

Noel López, en las últimas elecciones autonómicas, junto a Berta Linares, la alcaldesa de Maracena

Noel López, en las últimas elecciones autonómicas, junto a Berta Linares, la alcaldesa de Maracena / G. H.

La recta final de la campaña electoral de estas municipales se ha criminalizado. El clima de polarización y extrema tensión en la política que se ha instalado en este país en los últimos tiempos desemboca al final en sucesos de esos por los que se inventó la frase de que la realidad supera la ficción. La crispación en el Congreso de los Diputados o en las redes sociales no se queda ahí. Cuando aterrizamos en cada municipio, donde hay enemigos íntimos que viven a dos calles y tienen que verse en la tienda o en el médico, se desatan los peores instintos y las cosas pueden pasar a mayores.

Estos últimos días hemos asistido a un atropello con paliza de un marido a otro marido de dos mujeres políticas de distinto partido (aunque a la esposa del agresor la habían echado de la lista del PP poco antes por un asunto de drogas), denuncias en distintos municipios de supuestas agresiones verbales y físicas, demandas en Fiscalía… Y para rematar llega el auto judicial de Maracena, que lo pone todo patas arriba porque detalla una serie de sospechas contra el número 2 del PSOE andaluz, la mano derecha de Juan Espadas; y contra dos candidatos a las municipales de Maracena.

El juez expone los indicios contra los tres políticos que pudieron inducir el secuestro a una concejal de su propio partido, para que sea el TSJA el que decida sobre su posible imputación. Lo que ahí se cuenta (que por el momento se limita a sospechas y a algunas declaraciones) es para un serial de Netflix, con reuniones secretas, amenazas, sicarios, encargos, pistolas compradas en Amazon y hasta cocaína para insuflar energía al delincuente. Todo eso regado con pesquisas sobre la ubicación de los móviles y llamadas cruzadas muy sospechosas, pero que por ahora no son más que eso, sospechas.

Eso sí, ese material incendiario, que salpica a un alto dirigente político, a una candidata a la Alcaldía y a otro miembro de la lista electoral, en manos de un juez al que le caduca el secreto del sumario 72 horas antes de unas elecciones municipales, es una bomba de racimo. Llena de indicios, pero explosiva, porque los hechos que se relatan son muy feos. Si hubiera ocurrido algo similar con una denuncia de corrupción estoy segura de que el escándalo no sería ni parecido. Un secuestro es un secuestro. Según me cuentan, el juez y la fiscal han querido actuar en este caso como si se tratara de ciudadanos cualquiera y sin mirar el calendario. Sea o no exactamente así, ese calendario electoral es una realidad palpable y soltar ese misil de 24 folios tres días antes de las urnas no solo afecta a los propios implicados, sino a la confianza ciudadana en el sistema.

Si a todos estos incidentes criminales o presuntamente criminales que se han conocido en los últimos días en Granada sumamos el rosario de asuntos de compra de votos en distintos puntos del país, el panorama se vuelve más negro aún para el ciudadano llamado a las urnas, sobre todo para el indeciso. Porque el problema no es que en estas horas haya todavía muchos indecisos sobre el destino de su voto, lo espinoso es que todos estos acontecimientos alimentan las dudas sobre si acudir o no al colegio electoral. Y eso sí es grave.

Mirar más allá

Me dirán que están cansados, que el ciclo electoral ha empezado demasiado pronto, que el día a día del rifirrafe es tedioso y que la campaña de las municipales, al menos en Granada, ha sido soporífera al principio y vergonzante al final. Ya sé que se conocen de memoria lo del asfaltado de su calle y el arreglo de la farola una semana antes de ir a votar y que se les tuerce el gesto cuando escuchan promesas que durante cuatro años han estado dormidas. Hay mil motivos que nos pueden alejar de la política. Pero hoy les animo a no dejarse arrastrar por sentimientos como el enfado o el aburrimiento.

La democracia se alimenta de votos y este tópico se hace realidad cada cuatro años. Como supongo que aquellos que tienen muy claro el color de su papeleta ya están convencidos de ir a las urnas, me dirijo directamente a los indecisos y a los que no saben, no contestan. En todas las encuestas y sondeos previos a los comicios es común que haya una bolsa de votantes muy importante que aún no tienen decidido su apoyo. Es posible que ni siquiera tengan claro si se esforzarán en ir a votar.

Hace cuatro años, el 26 de mayo de 2019, de los poco más de 700.000 granadinos que tenían derecho al voto hubo nada menos que 248.489 (un 35%) que decidieron no ir a las urnas. En las últimas elecciones, las andaluzas de 2022, ese dato fue aún más amplio. Los que se ausentaron fueron 285.281 (un 40%). Son porcentajes aceptados en una democracia con cierta salud. ¿Pero no nos inquietan? ¿Qué legitimidad tienen aquellos gobiernos que saben que cuatro de cada diez personas del censo no ha participado de ese proceso? Al menos a mi, como ciudadana, me preocupa mucho.

Comprendo que el argumento central para animar a un indeciso a votar no puede ser el de su decisiva contribución a la salud de la democracia, porque algunos políticos se esmeran en resfriarla todos los días, sin que les pase gran cosa. A ti, indeciso, tengo que alentarte al voto de otro modo. Tengo que demostrarte que, aunque parezca otro tópico, tu vida y tu entorno están en juego. Especialmente porque afrontamos unas elecciones municipales y en ellas se dirime lo que más nos duele o nos reconforta en el día a día.

Te invito a repasar todo aquello que depende en tu vida de este 28-M, desde que te levantas hasta que te acuestas. El precio del agua para ducharte, el asfalto de la calle que pisas, el impuesto de tu coche, el billete de autobús o del metro, la normativa para circular con tu patinete o tu bicicleta, el estado del colegio de tus hijos, las facilidades para la empresa en la que trabajas o las ayudas que te dan para formarte y conseguir un empleo, los horarios de los comercios, los parques y jardines para ir con tus hijos, tus animales o para tu propio paseo, la seguridad con la que te puedes mover, el policía que regula el tráfico, te pone multas o te ayuda en caso de problemas, la licencia para el edificio nuevo donde te quieres comprar una vivienda o para la reforma de la actual, el IBI que te cobran, el polideportivo, la piscina o el gimnasio al que acudes a hacer deporte, las instalaciones de tu equipo de fútbol o waterpolo, la obra de teatro que vas a ver, el concierto programado para el sábado, las fiestas populares que empiezan en breve… ¿Aún te parece poco?

Sea cual sea tu opción política, si votas habrás decidido. Porque el que no decide no se equivoca, pero tampoco existe para los demás.

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