Contraviesa

J. Ernesto García Trevijano Nestares

Indiferentes/ indignados

"Lo único que se necesita para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada". Nosotros, todavía, podemos votar

Cuando A. Moravia publicó su libro Los indiferentes (ed. Debolsillo) -crítica de la sociedad italiana en el fascismo a través de una familia- otro italiano, Gramsci, ya había publicado años antes su manifiesto Odio a los indiferentes (ed. Ariel), en el que arremetía contra quienes ven pasar los acontecimientos sin querer tomar parte en ellos. "Vivir significa tomar partido; los indiferentes son el peso muerto de la Historia; el indiferente es parásito y cobarde". Años después Moravia publicó El conformista -alegato contra los mecanismos del Estado totalitario durante la Italia de Mussolini-. Seis décadas años después -2010- Stephan Hessel, alemán afrancesado, también de filiación filocomunista, publicó otro manifiesto ¡Indignaos! en el que plantea un alzamiento contra la indiferencia política y a favor de la insurrección como método de lucha política. No es casualidad que sean comunistas, es decir, quieren acabar con las libertades "burguesas" mediante la dictadura del proletariado a través de la lucha de clases. En España, poco después del Manifiesto surgió el movimiento "no nos representan". Aunque la causa inmediata fue la crisis económica, la austeridad impuesta como terapia y el desapego de la ciudadanía hacia los partidos políticos y sus dirigentes, ese movimiento, espontáneo en su origen, fue inmediatamente "capturado" y redirigido por unos políticos profesionales que llevaban años preparándose para aprovechar la oportunidad que les brindó el movimiento ciudadano…, y acabó transformado en el partido de los Círculos; convirtieron la violencia, el escrache y la deslegitimación, el odio y el lenguaje belicista en su instrumento de acción política. Hoy, con la izquierda comunista -prodictadura-, independentista y filoetarra, en el Gobierno y en las Cortes de España, dispuesta a perpetuarse en el poder por todos los medios, cabe preguntarse si los ciudadanos debemos permanecer indiferentes, como ciudadanos serviles que se conforman con las migajas que graciosamente derrama sobre nosotros la coalición Frankestein, o tenemos que indignarnos y adoptar la insurrección -no siempre pacífica- como metodología de acción política. La respuesta, a muy juicio, la formuló en 1.729 Edmund Burke -filósofo irlandés- y tiene vigencia hoy: "Lo único que se necesita para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada". Afortunadamente, nosotros, todavía, podemos votar.

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