La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Intoxica que algo queda

En Granada el propio alcalde ha caído en la trampa dando validez y alimentando un escándalo que no lo era

Para los científicos, uno de los momentos de mayor superación profesional se produce cuando son capaces de descubrir un patrón. Lo que culmina un arduo proceso de investigación y transforma el desconcierto en conocimiento. Como en los atelier de alta costura, son los trazos que te permiten transformar una pieza deforme en una creación exclusiva. Pero sólo si los interpretamos bien. Porque tan importante es tener el mapa del tesoro como saber hacia dónde nos conducen sus pistas.

Desde que estalló el caso Cifuentes, en España estamos viviendo una verdadera sobredosis de periodismo de investigación sin darnos cuenta de que también tiene un patrón:

La exclusiva. Aunque queda muy novelesco hablar de las cloacas del Estado, de la guerra sucia entre políticos y medios y del fuego amigo dentro de los partidos -con personajes siniestros como el comisario Villarejo-, es viejo el debate dentro del periodismo sobre el verdadero alcance de las scoop. Porque suele ser más periodismo de filtración que de investigación y porque se arrastra en un pantanoso trasfondo de intereses.

Lo que históricamente hicieron los tabloides lo vemos ahora en los confidenciales, se alienta sin pudor en los late shows televisivos y se empieza a colar en la menguante prensa seria. A los políticos les gusta ir de víctimas; a los medios más. Pero exageramos cuando denunciamos que el Gobierno quiere imponer la "ley mordaza", sobreactuamos alarmándonos por las purgas que instigan los políticos en los medios -otra práctica tan antigua como el oficio- y ya ni nos sorprende ver a un Gobierno sin más recursos para apagar una crisis que la recurrente denuncia de la "caza de brujas".

Las gargantas profundas fueron en su día tan necesarias como hoy lo son novedosas herramientas como Fíltrala que permiten a cualquier ciudadano poner a los periodistas sobre la pista de un hecho denunciable. Si el periodismo de filtración termina en periodismo de investigación, defendámoslo. No me malinterpreten: los caminos importan y no siempre un fin justifica los medios. Los casos Máster y el caso Villarejo son dos buenos ejemplos de las antípodas en que nos podemos situar. Y la principal diferencia no es otra que la diligencia del medio discriminando entre lo denunciable y la intoxicación.

Examinando los escándalos de los últimos meses, encontramos un segundo trazo que nos ayuda a construir el patrón: los asesores. Fue Cristina Cifuentes, lo vimos repetido en la ministra Carmen Montón, le ha ocurrido al presidente Sánchez con su tesis, lo está sufriendo la titular de Justicia y lo ejemplificó este mismo viernes Pedro Duque haciendo, justamente, de astronauta más que de político. ¡No se expliquen tanto; no se expliquen tan mal! Si son sus asesores quienes fijan la hoja de ruta, también deberíamos pedir su dimisión. Porque es su torpeza contradiciéndose lo que más sospechas genera.

En Granada, el propio alcalde ha caído en la trampa naufragando en las explicaciones y dando validez de noticia a algo que no lo era. El Instituto San Telmo es una escuela de negocios que puede ofertar los programas que considere y bajo el título que quiera. Incluso llamándolos máster sin que tenga homologación en el sistema reglado ni capaciten para nada. ¿Qué juegan a la confusión? También lo hacen muchas universidades privadas y no decimos nada… ¿Que demasiados políticos socialistas tienen demasiados cursos de San Telmo? Después de 37 años de gobierno del PSOE en Andalucía, no deberíamos extrañarnos…

Llegamos al tercer trazo de nuestro rompecabezas. Lanzamos la exclusiva sin saber muy bien su recorrido. Es lo de menos. En esta fiebre de sobreexposición pública, todos queremos estar en la partida (medios y políticos). La víctima de turno -y sus asesores- deciden dar la cara y, en lugar de atajar la crisis, la alimentan. En este punto ya no sabemos qué fue antes ni qué es más grave. Y no importa. Ya somos europeos: ya tenemos prensa sensacionalista, dimiten los ministros y la corrupción es capaz de tumbar un gobierno... Si la pregunta ante tanto avance es si tenemos mejor gobierno y mejor democracia, resulta evidente que el patrón cojea.

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