Mar adentro

milena Rodríguez / gutiérrez

Levantar la voz

QUIEN de verdad sabe de qué habla, no encuentra razones para levantar la voz". Esa frase de Da Vinci está escrita en las paredes de la Fábrica de Arte Cubano, proyecto del músico X Alfonso. Entras a la Fábrica en La Habana y parece que entraras a un país que ya no es Cuba, acaso a uno de esos centros de cultura alternativa de Berlín.

Ubicada desde 2014 en una antigua fábrica de aceite (en su chimenea aún se lee, desgastado, el nombre de la marca, 'El Cocinero'), la Fábrica es un suceso: en la guía de Lonely Planet ya la recomiendan. En las naves (así las llaman sus creadores) del recinto pueden verse exposiciones de artes plásticas, de arquitectura, de diseño: cuadros en los que los travestis cubanos son protagonistas o una exposición con las edificaciones Art Decó de La Habana, pidiendo, de paso, que sean restauradas. En la sala Santiago Feliú organizan conciertos de música o conversatorios; en el que escuché, hablaban de los indigentes que pululan por las calles habaneras. Hay también proyecciones de películas, literatura, proyectos comunitarios.

No todos los cubanos, es cierto, pueden visitar la Fábrica. Hay quien dice que es un lugar para la nueva clase adinerada que surge. Y se queja del precio; caro para muchos cubanos: 50 pesos moneda nacional (2 pesos convertibles, casi 2 euros) en un país donde el salario medio ronda ahora los 350. Pero en Cuba ningún precio se corresponde con los sueldos. Y entrar al Pabellón Cuba cuesta 25 pesos, y es sólo un mercado de artesanía, con musiquita boba de fondo y muy oficial, como un programa de Cuba Visión, o de Canal Sur.

Hasta octubre se exhibe en la Fábrica la exposición colectiva De lo sublime a lo ridículo. Yo salgo con los videos de Lázaro Saavedra en la cabeza. Arte conceptual con identidad cubana. "Con las glorias...", se titula uno. En la pantalla, un frijol colorado trata, sin éxito, de traspasar algo parecido a una muralla. Lo intenta varias veces, pero sólo lo logra cuando empuja con él todo el grupo de frijoles. La muralla se rompe y se transforma en una especie de escalera por la que el frijol líder asciende hasta lo alto. El grupo de frijoles nunca consigue llegar arriba: el agua y el calor lo impide y los derrite.

La Fábrica cocina Arte Cubano en medio de la vulgaridad y el silencio habaneros; intenta, como puede, levantar la voz. Sabe, sin duda, de qué habla y creo que hay razones para escucharla.

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