Cambio de sentido

Máquinas de trovar

¿Para qué poetas en tiempos de la Inteligencia Artificial

Me escama que sean los propios creadores de la Inteligencia Artificial (en adelante, IA) quienes nos prevengan de los peligros de este ingenio. No se cortan, hablan del tirón de “riesgo de extinción de la humanidad”. Tanta advertencia me confunde; el mundo que vivimos se caracteriza por el cortoplacismo y el bárbaro economicismo, ya sabemos de sobra que ni la Madre Tierra ni sus desterrados hijos duraremos mucho tal cual vamos, en plan destroyer. En mi lista de agobios, antes que la IA tengo apuntados, por ejemplo, la falta de comprensión lectora o de consciencia ecológica, el estado de la educación, la deshumanización radical (para muestra, la empresa Konecta BTO, en Madrid, obligando a sus operadores a continuar trabajando con una compañera muerta en su puesto), el trumpismo, la ultraderecha, las pastillas para todo salvo para quienes sufren enfermedades raras, el cambiazo del verbo ser por el de parecer y –la base de todo–, la merma de la razón común. Esto último no es casual: la actual escasez de discernimiento y la formación de las masas están supercurradas. Lo vienen advirtiendo desde hace mucho filósofos y poetas.

Uno de ellos, un crack mundial y paisano nuestro, fue todo un visionario. Hace noventa años, Antonio Machado ya se divertía imaginando las cosas de la IA y reflexionando en torno a ellas. La apócrifa máquina de trovar de Jorge Meneses –me extasío sólo con mencionarlo– fabricaba coplas mecánicas mucho mejores que los sonetos que escribe el vate de váter del ChatGPT. El aristón poético que soñó Machado también funcionaba con algoritmos, aunque él no los llamara así. Y también Machado se preguntó, con casi un siglo de adelanto, eso tan de Heidegger de “¿para qué poetas?”. ¿Para qué poetas en tiempos de la Inteligencia Artificial?

Y nos dio una respuesta, que es la que doy a quienes, a menudo, temiendo por mi pan y mi porvenir, me hacen esta misma pregunta: poeta es quien no canta de falsete ni, ensimismado, “exhibe su corazón con la jactancia del burgués enriquecido que ostenta sus palacios, sus coches, sus caballos y sus queridas”. Poeta es quien siente conmigo y no sólo a la viceversa; quien, al decir de sí, alcanza a nombrarnos. ChatGPT podrá despedir una carta mandándote un abrazo, pero jamás necesitará el tuyo. Mas –Machado recomienda–, mientras se dejan decir las y los cantores de una última sentimentalidad, pongamos en marcha la máquina, a ver qué nos rima. Que la vida es larga y el arte es un juguete.

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