Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Mascarillas Sánchez

Es duro llegar al poder por una moción anticorrupción, y afrontar la más repugnante dentro del partido

No le vale a Pedro Sánchez la manida defensa del Y tú más para esquivar la montaña de estiércol que le ha caído encima por el caso Koldo, el caso Ábalos o los que algunos llaman ya el caso Sánchez. Y no le vale porque aunque sea cierto que el PP y otros partidos hayan nadado en corrupciones varias y hasta el mismo PSOE haya incurrido en otras muchas, entre ellas los ERE de Andalucía, con el tráfico de fondos destinados a parados, la causa abierta por los turbios negocios urdidos en plena pandemia del Covid –donde decenas de miles de ciudadanos murieron–, con el tráfico de mascarillas que infinidad de ellas resultaron inservibles, es demasiado nauseabundo y repugnante como para querer zanjarlo pidiendo al ex ministro Ábalos que renuncie a todo y asuma, él solito, la causa que ha abierto la justicia. Como si el resto del Gobierno –y su presidente, por supuesto– no llegaran a enterarse de nada. En todo caso, aunque no tuviese conocimiento del asunto y de sus perversas desviaciones crematísticas en beneficio de unos desaprensivos, lo que no puede ocultar es que las anomalías o presuntos delitos ocurrieron en el seno de su Gobierno y en el momento que él dirigía la lucha contra la terrible pandemia.

Conociera o no puntualmente la trama en la que estaban gentes tan cercana como Koldo García o José Luis Ábalos, con su asesor principal sacado de un puticlub, no ya sólo la oposición, como hizo él mimo cuando en ella estaba, sino los ciudadanos, exigen inmediatas y claras explicaciones de un presidente que habla de responsabilidades o de corrupciones políticas que él practica como pago a los apoyos para mantenerse en el poder de delincuentes que cometieron delitos contra el Estado, para los que no tuvo inconveniente de eliminar del Código Penal delitos de sedición, dulcificar los de malversación y ahora veremos en la futura ley de amnistía lo que hace con los de terrorismo y alta traición que le exige Puigdemont, a cambio de sus siete votos. ¿Eso no es corrupción política?

Sánchez vive hace tiempo en un lodazal que él mismo ha elegido. Es duro llegar al poder por una moción anticorrupción y afrontar la más repugnante dentro del partido. Veremos cómo sale del nauseabundo episodio de las mascarillas Sánchez que su gobierno compró a altos precios para distribuirlas por diversas comunidades –caso de la balear–, cuya presidenta socialista ocupa, hoy, la presidencia del Congreso de los Diputados.

Los ciudadanos quieren saber. No les vale la cantinela del Y tú más.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios