Tras la dura derrota del PSOE en Galicia, cabría esperar algún tipo de reacción por parte del presidente Sánchez. No ha ocurrido así. A pesar de la incipiente y todavía mínima protesta de algunos destacados dirigentes del partido y de la clamorosa de bastantes de sus ex dirigentes, a Sánchez le sigue importando un bledo lo que digan. Y miren que su participación en la campaña electoral ha sido muy activa. Ha tratado incluso de “estatalizar” el debate, al hilo de determinados errores de los populares. No puede, pues, desentenderse de su responsabilidad en los resultados. El hecho mismo de que se haya dedicado a potenciar al BNG en contra de sus propias siglas, le convierte, además, en uno de los principales causantes del fracaso.

Como Sánchez, aun verificando el deterioro continuo de su formación política, no va a dimitir ni convocará elecciones generales, vuelve a hablarse en los mentideros políticos de una hipotética moción de censura a presentar por el PP. Los 171 escaños que aportan las derechas les dejan a cinco de un posible triunfo. Si a ellos unimos el escaño de Coalición Canaria, ya sólo son cuatro. ¿De dónde atraer esos cuatro? Señala Luis María Anson que él entiende que bastaría con los diputados de Podemos (suficientemente cabreados), siempre que encabezase la moción un candidato de prestigio y con el único programa de convocar elecciones. A mí ese cálculo me parece de política-ficción, improbable cuando no imposible. Tampoco cabe, esta vez por vergüenza torera, acudir a Junts. Ni Vox lo admitiría, ni la mayor parte de votantes populares lo aceptarían.

Puestas así las cosas, la única moción de censura factible pasa por los votos del PNV, un partido clásico de derechas que empieza a estar en apuros. El momento crítico llegará en las próximas elecciones autonómicas vascas, que se acaban de convocar. El PNV teme dejar de ser la primera fuerza del País Vasco en beneficio de Bildu. De confirmarse el sorpasso, alentado por el PSOE, dicen en el PP que aumentarían mucho las posibilidades de pacto.

Es cierto que el PNV ha jurado y perjurado que será fiel al liderazgo de Sánchez. Pero en política las palabras se las lleva el viento y la coyuntura modifica rápidamente los escenarios. No debe Feijóo perder de vista esta opción y trabajar con inteligencia para favorecerla. Es hoy una eventualidad en absoluto descartable, un futurible que truncaría la continuidad de Pedro Sánchez en el poder.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios