El gobierno menos malo es aquel que hace menos ostentación, que se hace sentir menos y que resulta menos caro", decía Alfred De Vigny, el poeta y dramaturgo francés. Y en esas estamos aún muchos, esperando un gobierno no ya bueno, perdimos la esperanza para eso, sino simplemente "menos malo". Incapaz de derogar una ley laboral que supuso el sueño de todo empresario, el honesto y el no tan honesto, impuesta por el partido de los empresarios honestos y no tan honestos, la ministra, situada aparentemente lejos, muy lejos de esos empresarios, sobre todo de los no tan honestos, acude a los medios con la misma sonrisa con la que le enseñaba al Papa una estola hecha de plástico reciclado, para decir que la no derogación de una ley que ha supuesto el aumento del trabajo precario, el fomento de contratos temporales, incapaz de estabilizar la situación de miles de interinos en fraude de ley durante décadas y despidos a la carta, una ley azote del trabajador, ha sido un éxito, una no derogación que le ha supuesto, dice, un esfuerzo mayor que el de dar a luz a su hija. Sobra la comparación. La realidad es que su pervivencia es un fracaso, como nuestras carreteras, solo ha sido parcheada. Porque parece que somos incapaces de resetear, de levantar el asfalto completamente y rehacer lo que se hizo mal. Maestros en el parcheo, rellenamos agujeros para que el daño de los amortiguadores no sea demasiado brusco. Es más rápido y sale más barato al estado, y la empresa que rellena vacíos se lucrará por secula seculorum. En lugar de la discreción, de ser coherentes y aceptar que han conseguido un digno parcheo, salimos como los monos con platillos, haciendo ruido, mucho ruido, celebrando el fracaso disfrazado de éxito. Parece que en la izquierda seguimos saltando cuando nos arrojan migajas y no tenemos el valor de hacer borrón y cuenta nueva. Las administraciones mantienen altos cargos designados por gobiernos contrarios, porque no hay quien se atreva a retirarlos de sus puestos, quintas columnas a las que, para colmo, se les pide fidelidad, como se le pide a un perro de presa que no muerda la mano que lo intenta domeñar. Del otro lado siempre se aplica vara rasa, no conocen la duda, no hay vacilación ni miedo para deshacerse de quien les parece sospechoso hasta de no ser sospechoso. Aunque nada importa hoy que las calles se llenan de luces, horribles estéticamente, estentóreas, miren las cruces al averno o al firmamento, son feas, sobre todas las cosas. Excesivos adornos que faltan al respeto a quienes deben paliar con mantas los casi 400 euros el MWh y a los miles que van a tragar sin cava la ausencia del familiar muerto. Parece que nada ocurre y ya vendrá enero con las rebajas. Felices Fiestas.

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