La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

PSOE y PP, dañados

Por causas distintas los dos partidos mayoritarios esenciales en nuestra vida democrática salen dañados

Salen muy dañados los dos partidos mayoritarios de este largo tiempo electoral que ha durado seis meses, desde la convocatoria de elecciones el 30 de mayo a la investidura de Pedro Sánchez el pasado 16 de noviembre.

El PP ha sufrido en lo externo la culminación de la estrategia iniciada por Zapatero de asimilarlo al franquismo manipulando la memoria histórica: el crecimiento a su derecha de Vox ha facilitado unirlos en un único bloque de extrema derecha. Y ha sufrido en lo interno su torpe incapacidad para establecer una política única en su relación con Vox –recuérdese el caos y las contradicciones tras el triunfo electoral del PP el 28 de mayo– y para valorar hasta qué punto le perjudicaban los pactos con el populismo que en dos meses lograron convertir la victoria de mayo en la derrota, pese a ganar las elecciones, de julio, y han permitido que Sánchez justifique el cogobierno con el populismo de Sumar y los pactos con el independentismo de izquierdas de ERC y Bildu y el de derechas del PNV y Junts como un “muro democrático” alzado frente al PP y Vox. Las posteriores algaradas de minoritarios energúmenos ultras ante la sede del PSOE, mucho más aireadas por la izquierda y sus altavoces mediáticos que las multitudinarias manifestaciones pacíficas que han congregado millones de ciudadanos en todas las ciudades españolas, han reforzado esta fascistización de la oposición.

El PSOE, sus militantes y sus votantes han sido arrastrados por la estrategia de Sánchez a esa peligrosa adhesión inquebrantable que reduce el partido a su líder. Llevándolo a dar por bueno hoy lo que ayer se criticaba y se decía que jamás se haría, convirtiendo los colaboradores en cortesanos dispuestos a tragar con todo, supeditando la opinión crítica y libre a lo que el líder decida, descalificando a los críticos por fundamentales que hayan sido en la historia del partido y expulsando a los disidentes más contumaces. Es la imposición del siempre peligroso “es mejor equivocarse con el partido que tener razón fuera de él o contra él” en versión reducida al líder.

Afortunadamente, por mucho daño que se haga a la separación de poderes, por grave que sea que el PSOE asuma el lawfare Trump-independentista y conceda la amnistía, todo es legal, la Presidencia de Sánchez y el Gobierno que forme son legítimos y estamos en un Estado de derecho. Preocupación y protesta pacífica, sí. Apocalipsis, no.

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