Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Pactos de la vergüenza

Aunque Sánchez pueda entenderse con asesinos y delincuentes, la historia del PSOE rechina

Aúltima hora los sietes candidatos con delitos de sangre que figuran en las listas de EH Bildu a las elecciones del 28M –entre los 44 condenados por pertenecer a la banda terrorista ETA– han anunciado que, pese a figurar en las papeletas, no tomarán posesión de sus cargos si son elegidos. Sin embargo, el hecho repugnante le ha estallado a Pedro Sánchez en plena campaña electoral, porque todos vinculan al actual PSOE con sus pactos con un ‘socio preferente’, del que depende, en buena parte, la estabilidad de su Gobierno, junto con el apoyo también de los independentistas catalanes, muchos de cuyos dirigentes han sido condenados por graves delitos contra la integridad del Estado. Aunque Sánchez acepte entenderse con asesinos y delincuentes, como parte de la mayoría ‘progresista’, la historia de PSOE rechina. No es admisible pactar con un partido como Bildu, legal, sí, pero incapaz de censurar el casi millar de crímenes que tiene en su pasada historia, incluidos civiles, niños, militares, policías y militantes del PSOE y del PP .Un cínico Otegi ha alabado la ‘renuncia’ de los criminales, a los que dio el visto bueno, como se enaltecen a los terroristas que salen de las cárceles. Habrá admitido que era demasiada provocación y humillación a las víctimas esta delirante situación que nos retrotraen al negro pasado, salvo que pretendiera recordar que su banda puede influir ‘democráticamente`’ en la política del Estado, sin renunciar de sus sanguinarios orígenes, gracias a la debilidad y complacencia del actual Gobierno.

No le vale a don Pedro criticar a la oposición por utilizar a las víctimas como reclamo electoral, cuando por medio hay una cuestión de dignidad. Los propios barones de su partido, Pages y Lambán, que se juegan sus puestos al frente de sus autonomías, le han espetado a la cara a su presidente que ellos nunca pactarían con asesinos ni delincuentes. Si se añade que Sánchez vive políticamente no sólo de la alianza con un devaluado Podemos, sino con los independentistas catalanes, orgullosos de sus delitos que piensan repetir, que por algo hay indultos y cambios de leyes para satisfacerlos, es comprensible que esa amalgama de trazos sucios de la política sanchista salpique al PSOE en unas elecciones que temen sus candidatos no se limiten al arreglo de calles, parques o comunidades, sino que sea un plebiscito por Sánchez, el indeseado por muchos sectores sociales y políticos, incluidos los de su partido, donde ilustres figuras de su pasado, como Alfonso Guerra, lamentan el deterioro de la imagen de un socialismo con 144 años de historia, vital en el transcurrir político de España.

Veremos lo que ocurre el 28-M, pese al derroche de promesas, incluidos los dos euros para que los mayores vayan al cine.

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