EL pesimismo no es una buena actitud en tiempos de crisis. Los políticos -sobre todo los afines al partido gobernante- y los empresarios con talante llevan meses exhortando a los ciudadanos a ser optimistas, a poner al mal tiempo buena cara y a no dejarse llevar por los mensajes apocalípticos de aquellos que ven el futuro muy negro. Pero de poco sirve cuando el propio Inem, ese que contabiliza mes a mes los trabajadores que se suman a las ya larguísimas colas del paro, es el que augura una recuperación "lenta y difícil" para la economía granadina. Esos mismos políticos y empresarios optimistas repiten periódicamente aquello de que crisis, en japonés, también significa oportunidad. Nada que objetar, pero es obvio que para que la penosa situación que viven miles de familias granadinas se convierta en una verdadera oportunidad, los responsables económicos de Granada tienen mucho que hacer. Y, sí, lo del cambio de modelo está muy visto. Pero no por ello es menos cierto.

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