Piglia

Se ha ido un clásico contemporáneo, como ha sido llamado con toda justicia

Comienza el año 2017 con gran tristeza y luto para la literatura argentina, e hispanoamericana, y en lengua española, y universal. El pasado 6 de enero murió el escritor argentino Ricardo Piglia. Se ha ido un clásico contemporáneo, como ha sido llamado con toda justicia. Basta leer la novela Respiración artificial para darse cuenta de que esos grandes rótulos, esos grandes elogios con los que se califica a un escritor, elogios que pueden sonar grandilocuentes, o exagerados, o hiperbólicos, dicen a veces la verdad.

Respiración artificial es un libro espléndido que nos cuenta la historia de Argentina, la historia de su civilización y su barbarie, la del XIX, y también la del XX, en clave policial, mejor que cualquier libro de historia. Una reflexión, también, dura, crítica, honda, sobre la propia literatura argentina y sus escritores. Una novela donde aparece ese extraño personaje, esa especie de doble, o de alter ego, que acompañará siempre al argentino, Emilio Renzi. Una novela escrita no para recordar lo que fue, lo que hubo, lo que ya no está; no para revivir el pasado, sino, como el mismo Piglia dijera que escribe Kakfa, o que se hace la literatura: "No se narra para recordar, sino para hacer ver. Para hacer visibles las conexiones, los gestos, los lugares, la disposición de los cuerpos".

No le otorgaron a Ricardo Piglia el Premio Príncipe de Asturias, aunque lo merecía más que otros. Tampoco llegó a tiempo al Premio Cervantes que decían le estaba destinado para quién sabe cuándo. Un poco como Roberto Bolaño, otro escritor al que puede aplicarse también con justicia eso de clásico contemporáneo. Aunque Bolaño vivió menos, con peor suerte y con menor reconocimiento en vida (Piglia tuvo el Formentor, el Ciudad de Barcelona, el Konex; los dos, el Rómulo Gallegos). Misteriosa, sin duda, la consagración de los grandes escritores. Enigmático el momento en que va a producirse y el cómo; si es que se produce, si es que finalmente llegan a conocerla.

Aunque, en realidad, solo cabe un homenaje, un reconocimiento verdadero a un gran escritor, e incluso a uno pequeño: leerlo. "Hay siempre algo inquietante, a la vez extraño y familiar, en la imagen abstraída de alguien que lee, una misteriosa intensidad que la literatura ha fijado muchas veces. El sujeto se ha aislado, parece cortado de lo real". Esto escribía Ricardo Piglia, el gran escritor argentino, enEl último lector.

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