Praxis

Las contraprogramaciones solo perjudican a quien no tiene un público comprado con créditos universitarios

Aristóteles distinguió entre praxis y poiesis, dos conceptos que definían la "Acción" y reforzaban, por contraposición, la propia definición de "Teoría". Matizaba el filósofo cómo la praxis estaba regida por la prudencia o sabiduría práctica. Andando el tiempo, en los autores latinos la praxis se convirtió en agere (actuar y obrar humano) y la poiesis, en facere (hacer o producir). Hacer y obrar que Kant ratificó y consolidó como acción y práctica. Hegel trabajó sobre ellos, como lo hicieron Bernstein, Peirce, Dewey, Marx, Gramsci, Freire... Una evolución que no denota sino la evolución del ser humano. Pero, lejos de la filosofía, de planteamientos que puedan resultar herméticos, hay dos cosas claras: la primera es el modo en el que el término ha venido perfilándose y acompañándonos; y la segunda, el modo en el que el vocablo griego, más allá de teorías del pensamiento, ha quedado en nuestro vocabulario como "mesa", "cielo" o "deplorable". Todo el mundo sabe qué es una buena o mala praxis. Un acto bien o mal realizado por negligencia, imprudencia o por impericia.

Buena Praxis, por ejemplo, (y lo escribo con mayúscula) es la que durante 21 años viene demostrando Juan Trova con el Festival de canción de autor Abril para vivir que se está celebrando estos días, por donde han pasado los imprescindibles de la canción de autor y aquellos y aquellas que se convirtieron en imprescindibles después de su paso por el festival. Veintiún años programando la misma semana, la última de abril, fijando en el calendario de los granadinos una cita ineludible, con un hacer modesto, sin alharacas, sin bombos ni platillos, simplemente estando, frente a viento y marea, frente a consistorios diversos, solo con su buen hacer. Mala Praxis (y lo escribo con mayúscula) es la de quien presenta y la de quien permite una programación que favorece intereses alejados de la música o de la propia palabra. Porque al fin, las contraprogramaciones sólo perjudican a quien no tiene un público comprado con una moneda más valiosa que la criptomoneda, aunque igual de intangible, los créditos universitarios, y sólo revela desprecio por todo y por todos. La impericia o la falta de sabiduría o de prudencia pueden haber sido las culpables de esta mala praxis o tal vez la falta de cabeza o al menos de la parte del cerebro, el lóbulo frontal, responsable de los procesos cognitivos complejos, cuyo funcionamiento idóneo, desde Aristóteles, se daba por consabido, pero que, más de dos mil años después, parece revelarse que es el lóbulo parietal el que rige, o la lógica de los pies... y del interés.

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