Cambio de sentido
Carmen Camacho
Zona de alcanfort
Parece que en esta ciudad-cementazo el destino de cualquier árbol que ose dar sombra es el hacha. Da igual quién mande en el Consistorio local: el historial de arboricidios en Granada se extiende sin piedad. La última entrega: la tala de árboles en el Paseo del Calar, a la vera de nuestro Genil, donde el Ayuntamiento ha decidido, de nuevo sin consulta ni miramientos, decapitar el paisaje.
Llevo viviendo en el barrio 27 años y esos árboles ya eran grandísimos cuando llegué. Monumentos vivos, refugios climáticos que durante décadas han amortiguado el ruido y la contaminación proveniente de la Carretera de la Sierra. Pero hoy, ese patrimonio ha sido ejecutado. Han talado álamos adultos y consolidados que nos regalaban vida y sombra y que ahora son solo un recuerdo. Y que no vengan con las consabidas excusas técnicas de accesibilidad/seguridad. Les resulta más barato y cómodo talar que adaptar el pavimento al árbol. Es el imperio del cemento frente a la vida.
Es lamentable que a nuestros políticos se les llene la boca de sostenibilidad y medio ambiente mientras se mutilan nuestras aceras. Es muy bonito hacerse la foto plantando 600 tallos raquíticos, mientras se cargan ejemplares con más de medio siglo que tardaríamos varias vidas en recuperar.
Y la norma es el alcorque cementado/enlosetado. Entre los paseos del Calar, Fuente de la Bicha y Hermanos Costaleros ya hay decenas de huecos huérfanos de verde, víctimas de la nula reposición y de un abandono intolerable.
¿Qué concepto tienen de nuestra ciudad? Piensan que los árboles, en cuanto les crecen las raíces -lo normal- molestan y hay que talarlos, cuando el fallo es plantar sin dejarles espacio vital. Es más fácil no regar, no cuidar y, finalmente, talar, que proteger estos monumentos vivos, que nos proporcionan relax y esparcimiento y son una inversión en salud y bienestar.
Los granadinos no queremos una ciudad sucia y cementada. Y somos nosotros y los coches los que nos debemos adaptar a los árboles y no al revés.
Miren señores ediles, un árbol en la acera es un vecino más con derecho a la vida. No se puede permitir que nos ahoguen a impuestos mientras nos talan aire y vida. El arboricidio ha llegado al Calar, han talado a mis vecinos árboles, dejándonos un sol de invierno que ahora nos quema la cara de pura indignación. Porque no querer a nuestros árboles es no querer a los granadinos.
También te puede interesar