Pueblos

Alfacar, al-Fajjar, o alquería de los alfareros, al menos hablarán bien de algún pueblo de Granada

Escribo esta columna sin conocer el resultado de la final del concurso del verano, ese que le gusta al abuelo y al niño y demás cancioncilla, en que un pueblo granadino ha llegado hasta su último programa, ya saben: Alfacar. Tirando de orgullo localista, o de nacionalismo tan en boga y tan importante para que tengamos gobierno, les deseo lo mejor. Y si ganan ya puede la provincia de Granada ponerse una medalla. Y si pierden, no importa, todos seguiremos comprando el pan de Alfacar que como todos sabemos es el mejor de los mejores, sin restar valor a otros muchos.

La verdad es que la provincia de Granada se merecía, al menos por una vez, tener un pueblo que fuera conocido por algo positivo o que sonara en los medios de comunicación por algún hecho que no fuera de crónica negra, luctuosa o escandalosa. Tuvimos a Maracena, prácticamente ya una barriada de la capital, en el candelero de las noticias por el caso de Juana Rivas y su conflicto por la custodia de sus hijos y los malos tratos de su marido. La de vaivenes que ha dado el caso y probablemente seguiremos en ello. Y, sin salir del municipio ‘maracenero’, tenemos el secuestro de una concejala del pueblo y el culebrón subsiguiente. Maracena pudiera ser villa protagonista de un episodio de Stranger things.

No nos recuperamos de aquello y aparece en todos sitios el municipio de Motril, que ya saben todos los granadinos que es la capital de nuestra costa y eterna aspirante a ser capital de provincia o, al menos, a tener un tren que la una a la capital, que ya es mala suerte que la única provincia andaluza con costa pero sin capital en ella sea Granada. Pues resulta que Rubiales, el del piquito, tiene residencia familiar en Motril y allá que van todas las enojadas vistas del mundo mundial por aquello que ustedes ya saben.

Y para rematar el desastre, al alcalde de Albondón, menos mal que no se llama Pedro, sino José Sánchez, se le ocurre hacer un inoportuno regalo diferencial entre señores y señoras. Hay que reconocer que se disculpó con rapidez. Hay alguna ministra que aún no ha reconocido errores pero sigue en funciones y quizás hasta repita.

Lo dicho, ánimo para Alfacar que, gane o no, al menos hablarán bien de algún pueblo de Granada. A los capitalinos de Granada, siendo artificialmente inteligentes, nos ha tocado aplaudir a la Coruña, perdón A Coruña. Vale.

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