Reflexión sobre los bosques andaluces

La seca hace estragos en encinas y alcornoques, mientras vemos que algunos equipos de diagnóstico que han llevado adelante un gran trabajo han sido desmantelados

Andalucía cuenta con un gran patrimonio forestal, más de 4,5 millones de hectáreas, que suponen la mitad de su territorio. Los bosques, en nuestra Comunidad Autónoma, son biodiversos: encinas, alcornoques, quejigos, pinos y otras coníferas, acebuches, madroños, brezos y otros matorrales componen una riqueza medioambiental inigualable. Albergan una alta diversidad faunística, acumulan agua, absorben gases de efecto invernadero, crean y protegen el suelo, dan comida para el ganado y son fuente de bienestar material y psicológico para la población.

Recientemente se ha anunciado la redacción de la nueva Ley Forestal Andaluza que sustituirá a la de 1992, que deberá responder a los retos actuales de las zonas forestales, en íntima convivencia con las zonas rurales donde se encuentran. La política de gestión forestal debe, por ello, dar prioridad a la conservación y regeneración de los ecosistemas que mantienen la biodiversidad y a su valor paisajístico, creando o fomentando oportunidades de bienestar en la población rural sin centrarse solo en el aspecto productivo. La recién aprobada Adecuación del Plan Forestal Andaluz Horizonte 2030, recoge las líneas maestras de lo que debe ser la política forestal andaluza. Esta Adecuación, largamente esperada y reivindicada, ha llegado con años de retraso pero al menos ya está aquí. Desde la Plataforma por el Monte Andaluz recordamos en el Día Internacional de los Bosques, una tabla reivindicativa de medidas que es necesario acometer con carácter de urgencia.

Los presupuestos dedicados a la gestión del medio natural son escasos y en algunos años no se llega a completar su ejecución. Extrañamente, en las previsiones de la nueva adecuación se observa un decrecimiento de las inversiones año tras año en nada acorde con las necesidades existentes y previsibles.

La enfermedad denominada la seca hace estragos en encinas y alcornoques, mientras vemos que algunos equipos de diagnóstico que han llevado adelante un gran trabajo, han sido desmantelados. En Huelva, los terrenos forestales pasan a agrícolas de forma ilegal agravando los problemas del agua y las plantaciones de eucalipto siguen usurpando espacio a los bosques autóctonos.

Los grandes alcornocales que tradicionalmente han sido fuente de trabajo y riqueza rural, necesitan regeneración y la manufactura del corcho necesita un centro de investigación y desarrollo que realice innovaciones e inversiones, fomentando el conocimiento de los oficios relacionados con la dehesa y el corcho.

Gran parte de los extensos pinares de repoblación, de Almería, Granada, Jaén y Málaga se repoblaron para proteger sus desnudos suelos, facilitar la posterior colonización de vegetación autóctona y generar riqueza maderera, pero han sido abandonados a su suerte, y ahora necesitan intensas y urgentes labores de cuidado y regeneración para evitar que sean pasto de plagas y puedan ser consumidos por las llamas.

Los incendios forestales son cada vez más intensos y conllevan consecuencias ecológicas y sociales sin precedentes que se agravan ante la actual situación de emergencia climática. Sin descuidar la extinción, las inversiones deben de ir fundamentalmente dirigidas a la prevención. Hace falta además replantear las actuaciones post-incendio evitando la corta de arbolado y la entrada de maquinaria pesada que provoca enormes destrozos y acelera los procesos de erosión favoreciendo así los procesos de regeneración natural de matorrales y arbolado tras el incendio.

Urge estabilizar las plantillas de INFOCA todo el año cumpliendo los plazos marcados por el compromiso de la Junta. Hay que favorecer la ganadería extensiva, tan útil a su vez para mantener a raya el exceso de material combustible.

Urge la incorporación de personal técnico de distintas titulaciones en la Consejería de Sostenibilidad, Medioambiente y Economía Azul para acometer las tareas pendientes.

Los seres humanos estamos ligados a la naturaleza, vivimos inmersos en ella. De su buena salud depende la nuestra. Por ello, recuperar la salud de los diversos ecosistemas forestales andaluces y fomentar sus múltiples beneficios, algunos inimaginables y totalmente inéditos, mejoraría la vida, el trabajo y el arraigo de las personas en las zonas rurales. Cuidando nuestros bosques estaremos invirtiendo en salud, bienestar y felicidad.

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