Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

‘El Retablo’, Falla, Lanz y Granada

Los títeres gigantes de la compañía Etcétera nos volverán a emocionar como hicieron en el 62 Festival

El 72 Festival de Granada comienza el próximo miércoles con la representación de El retablo de maese Pedro, en el centenario de su estreno en el parisino palacio de la princesa de Polignac el 25 de junio de 1923. Lo hará con dos conjuntos granadinos que ya estuvieron presentes en el 62 Festival, la OCG y la compañía Etcétera, en una jornada que llamé en la crítica ‘Emocionante retablo’. No sé si se mencionará en el programa aquella memorable actuación en el Parque de las Ciencias, pero, aunque el recuerdo merecería más espacio, intentaré resumir las sugerencias suscritas en aquella jornada que se repetirá esta vez en el Palacio de Carlos V, en un escenario más amplio, donde las marionetas gigantes de Enrique Lanz encontrará más posibilidades para emocionamos de nuevo a los que asistimos hace diez años al genial maridaje música y escena. Porque, no lo olvidemos, la Granada universal reunía el genio de un Falla que terminaba El retablo, en la ciudad en la que viviría cerca de 20 años, donde compuso el Concerto para clave y cinco instrumentos e inició Atlántida.

En aquella Granada encontraría talantes creadores de la categoría de Enrique Lanz, dibujante, profesor, creador de vida escénica a través de sus títeres –Lorca los utilizó para asombrar a su hermana pequeña– que preparó para la representación en el domicilio de la princesa. Ahí está el grabado de Hernando Viñes, del programa del estreno, firmado, entre otros, por el propio Falla, Manuel Ángeles Ortiz y Hermenegildo Lanz, el autor de los muñecos que se mostrarían en la propia Granada en la representación de 1927. Aconsejo a los lectores busquen la magnífica semblanza que de Lanz ha hecho Reynaldo Fernández el pasado 28 de mayo en este periódico.

En la crítica, además de valorar, una vez más, la genialidad y las aportaciones de la música de Falla, destaqué la aportación de los títeres de Enrique Lanz y la sensibilidad y maestría que los integrantes de la compañía Etcétera manejaron las marionetas gigantes, en un homenaje que Enrique tributó a su abuelo que, en el estreno en París, accionó las marionetas de Sancho Panza, el ventero, el estudiante, el paje y el hombre de las lanzas y las alabardas, junto a Elvira Soto y Manuel de los Ángeles. Dije en la crítica que cuando don Quijote derriba el teatrito para defender a los enamorados perseguidos por los moros, la voz del barítono se impone en un final donde tras las cortinas queda la figura de don Quijote, entre el humo de la quema de sus libros de caballerías, como símbolo de los ideales que defendió el ‘loco de La Mancha’.

Memorable jornada aquella que espero revivir cuando asista, el próximo día 21, a su innovada reposición en el Palacio de Carlos V.

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