Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Anatomía de un bostezo
NUESTROS queridos conciudadanos y conciudadanas demuestran tener una gran capacidad para admitir los hábitos culturales venidos de otros lugares, en particular si provienen del imperio americano. Incluso esa adquisición se fomenta desde todas las instituciones y administraciones puesto que parece que activan a la economía; nada extraño puesto que el american way of life se basa en el más puro capitalismo consumista. Lo digo, y pongamos varios recientísimos ejemplos, por la facilidad con que abrazamos el Halloween y toda su parafernalia; nos lanzamos al Black Friday desde horas tempranas como si rebajas de enero adelantadas se tratara; y hacemos nuestro los regalos del bobalicón San Nicolás (aunque no tengamos chimeneas).
En otros campos también seguimos al imperio como ratoncitos encantados por la flauta de Hollywood en el cine, por las hamburguesas de los diferentes establecimientos de comida rápida (no sé si llamarles restaurantes), por las fiestas de despedida de soltero al más puro estilo de juergas de campus gamberro universitario yanqui. A todo ello nos abrazamos con gran fervor, en particular las nuevas generaciones. Cierto es que celebrar los Difuntos, los Reyes Magos , esperar a las rebajas de enero, guisar un buen cocido, entender alguna filmografía europea y alguna otra costumbre de antaño cierta raigambre vende menos y parece menos divertido.
Y lo más relevante es que si además le podemos dar alguna colleja a las instituciones religiosas, entonces las fuerzas progresistas reinventadas y originales se ponen más contentas que unas Pascuas (vaya tengo que aludir otra vez a la religión). Dado que a ese poder popular no le gusta mucho lo americano, ha propuesto abrazar otra costumbre. Ya saben: no celebremos el 25 sino el solsticio porque ya lo hacían los romanos que es más antiguo, más mediterráneo. Llegado a este punto le planteo, caro lector, si semejante gran idea proviene de un sincero deseo de volver a las fiestas Saturnales de Roma o bien es por algún rencor más sutil y que escapa a mi entendimiento. En las Saturnales se dejaba a los esclavos en un estado de casi libertad, era como una inversión en el orden social. ¿Será para iniciar la reforma constitucional e implantar la república libertaria? o ¿Será por no oír más el villancico del niñito todo vestidito de blanco?
Reconozco que no puedo captar las elevadas razones intelectuales que se esgrimen para estos cambios sociales. Será que a base de ver películas de Hollywood, comer hamburguesas, emborracharme en fiestas y darle a la tarjeta de crédito, se me han gastado las neuronas y he agotado mi capacidad de asombro. Vale.
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