Postales desde el filo

Serpiente de verano

Lo cierto es que el 'procés' catalán, con su populismo y sus mentiras groseras, cada día recuerda más al 'Brexit'

Una foto de Rajoy caminando junto a un amigo ilustra una información de este periódico, sobre las vacaciones de ministros y líderes políticos, titulada Los políticos están ya en modo desconexión. Si el calentamiento global hace que agosto sea cada vez más agosto, en lo político lo es cada vez menos. Aunque sea una metáfora digital, en la realidad analógica del momento político la palabra desconexión suena más a gabinete de crisis que a vacaciones. Un grupo de sediciosos se han hecho fuertes en unas instituciones autonómicas. Aspiran a convertir Cataluña en la Venezuela europea. Podrían ser titulares de aquellas serpientes de verano que aparecían en los meses de sequía informativa. Pero no lo son. Gracias al alcalde socialista de Blanes, ahora sabemos que Cataluña es Dinamarca y el resto de España es el Magreb. El edil del PSC, como andaluz que es, habrá llegado al nacionalismo ejerciendo con tesón la función del "agradaó", ese personaje al que se permitía participar en las fiestas flamencas para jalear al señorito. Para que Dinamarca se pareciese a Cataluña, los civilizados daneses tendrían que sufrir una distópica invasión de independentistas de Junts pel Sí y de la CUP, seguidos de sus respectivos "agradaores". Lo del Magreb parece ser consigna: la simpar Empar (Moliner) sostiene que ser catalán en España es como ser gay en Marruecos. Si no la malentiendo, parece que recomienda a los homosexuales catalanes, supongo que a los independentistas, vivir en Rabat antes que en Madrid. Deben ser las cosas del Volk nacional catalán. Estas declaraciones, tanto las de la intelectual como las del alcalde, dan una idea bastante precisa del sustrato intelectual del nacionalismo catalán. Aparentemente son bastante representativas del sentir de la fauna nacionalista. Lo cierto es que el procés, con su populismo y sus mentiras groseras, cada día recuerda más al Brexit. Como dice Pankaj Mishra en La edad de la ira: "Nada puede fundir a los pueblos en nación y a las naciones en Estado como la presión de un enemigo común. El odio separa y también une". Aunque los habrá, como Pere Soler, que sólo sientan pena por los españoles.

Puede que estos asuntos impidan a nuestros políticos gozar de unas tranquilas vacaciones. No así al resto de los españoles que, según el barómetro del CIS, cuando se les pregunta por los principales problemas del país, relegan el asunto catalán al puesto undécimo.

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