Mar adentro

milena Rodríguez / gutiérrez

Sobrevivientes

SOBREVIVEN los cubanos en la isla en medio del muy caluroso verano de 2014. Sobreviven en medio de enormes carencias. Sobreviven sin aire acondicionado, sin internet, con dinero que no vale. Sobreviven en medio de no se sabe cuál régimen político. Sobreviven en el abandono, sin saber qué pasará mañana ni dónde estarán cuando pase.

Llegas a La Habana y te sorprende un aeropuerto vacío, o un aeropuerto lleno de pasajeros solos, que llegan o se van pero a los que nadie espera o despide. Descubres después que quienes esperan y despiden existen, aunque no se ven; están afuera, sin techo, esperando o despidiendo a la intemperie. Nueva orden de quienes mandan. Quien no viaja no tiene derecho a utilizar el aeropuerto. Da igual que llueva, da igual el duro sol del verano. Se acabaron las despedidas y recibimientos familiares. El aeropuerto José Martí es una película de Buñuel. El ángel exterminador. Aeropuerto surrealista. Sólo que en vez de no salir, lo que no se puede es entrar. Está prohibido pisar el aeropuerto si no eres viajero. Quién sabe cuándo cambiará la orden. Nadie sabe cuándo cambian las órdenes en Cuba.

En medio del muy caluroso verano de 2014 estrenan Boccaccerías habaneras, película del director Arturo Sotto. Hay largas colas para verla. Al menos el fin de semana. Al menos en el Infanta, único Multicine, donde funciona mejor el sonido, y el aire acondicionado. La película obtuvo el premio Coral del público en el último Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Y recrea, a través de tres historias adaptadas a la realidad cubana, algunos cuentos de un clásico de la literatura italiana y universal, El Decamerón. En la película, como en la realidad, los cubanos hacen largas colas. En la película, con el fin de contar sus historias a un supuesto escritor con la imaginación agotada que paga por apropiárselas. Las historias de ficción cuentan lo que se vive fuera de ella: la sobrevivencia cubana, tarea casi imposible, ocupación casi única, compensada, en la ficción como en la realidad, con el humor y con el sexo. La primera historia narra los preparativos de una boda habanera, organizada con escasos recursos y grandes limitaciones. En la pantalla, los personajes dicen lo mismo que en la calle: "Antes, en los 80, te daban una caja de cerveza. Ahora, cada cual se compra solo su cerveza, si puede, en medio de muchos que no pueden. Y te la tomas solo. Y te acostumbras".

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