Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

El año de los crímenes de Putin

Los rusos deben sentirse avergonzados de la matanza indiscriminada contra el pueblo de Ucrania

El año que finaliza, desde una mirada humanitaria universal, superando los problemas políticos, sociales, económicos, etc., nacionales, regionales o locales, quedará marcado por el genocidio que Rusia, dirigida por un sádico asesino como ha demostrado ser Vladimir Putin -el Hitler del siglo XXI-, está cometiendo contra el pueblo de Ucrania. La absurda invasión , inmotivada, de una de las grandes potencias mundiales contra una nación europea inmensamente más débil militarmente y en recursos que la omnímoda patria rusa es el atropello vergonzoso de un gigante, Goliat, contra un pequeño David que, metafóricamente, frente al poderío del monstruo -misiles, tanques, armada, soldados capaces de atrocidades sin límites, violaciones de mujeres y niños incluidos- sólo contaba con su piedra simbólica y su valor para resistir a ese poderío aterrador. La resistencia del pueblo ucraniano es una heroicidad que ha costado la vida, hasta ahora, de más de siete mil civiles -la cifra de soldados es incalculable-, de ellos más de medio millar de niños, ha originado siete millones de refugiados, en el éxodo más importante desde la segunda guerra mundial y está destruyendo prácticamente un país, física y emocionalmente. El sanguinario Putin sigue gozando arrasando ciudades, hogares, hospitales, escuelas; concentrándose en inutilizar infraestructuras, vitales para la subsistencia humana, para que un pueblo, en este gélido invierno imperante en estas latitudes, no pueda calentarse, encender la luz o beber agua y hasta alimentarse. Es un crimen de lesa humanidad, de la que los rusos deben sentirse avergonzados, aunque también sean víctimas del sátrapa.

Es verdad que Ucrania no hubiera resistido al monstruo -que esperaba engullirse rápidamente a su presa, incluso utilizando la amenaza nuclear- si Occidente -Estados Unidos y Europa, que ha considerado esta guerra contra ella- no hubiesen respaldado a Zelenski, de mediocre actor, a David del siglo XXI. Pero, al margen del horror que nos produce esta tragedia y la repugnancia que sentimos por sus responsables, este denostado Occidente siente que un pueblo, como el ruso, al que hemos admirado su cultura, su aportación al mundo creador de la literatura, la música, el arte, o la ciencia, incluso el deporte, en todas sus facetas -ayer y hoy, cuando están relegados de escenarios y competiciones-, se vea ensuciado por los desmanes sanguinarios de un tirano. Ya ocurrió con otro monstruo, Adolf Hitler, que manchó a la patria de Bach, Beethoven, Schumann, Goethe y la legión de aportaciones a la cultura mundial, convertida en espantajo de la peor de la historia de la Humanidad.

Esperemos que 2023 termine con esta tragedia y tantas otras que ensombrecen el futuro de nuestro mundo.

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