La ardilla de verano

Vaya veranito de señalamientos al mensajero. Qué le vamos a hacer. No desespere

Cegato en la nueva normalidad. Entre pantallas de móvil y computadora, un 10% de los gafapastunes hemos recargado las dioptrías. Lo que nos faltaba en esta covidsfera: no atisbar por dónde te va a venir la próxima calamidad. La naturaleza urbanita es así de política y salvaje. Le cuento: mañanita de brillante julio. En una isla verde de césped y palmerita semaforil picotea un palomo. Una gaviota blanca como Gandalf baja en picado a lo Stuka y apiola al pichón de tres picotazos color yema. Plumerío y drama. Un cuadro crudo, no pude evitar ver al palomino estirar las uñas.

Gavilán o Paloma. Me recordó un bolo de Pablo Abraira en su fama terminal. Yo no sé qué pintaba allá, creo que me alistaron para echar una mano en la barra de la discoteca . Sala de fiestas de pueblo páramo. Más que fans, el irrespetable iba a putear al artista. Escudado en su mostacho el sex symbol con paquete reventón cantaba lo de "amiga, hay que ver cómo es el amor…que vuelve a quien lo toma, gavilán o paloma". Mucho tiempo después me han referido que esta letra tiene ambigüedades muy de himno actual, pero ese es asunto de otro arco iris. Le aseguro que en mi tierna hardolescencia, durante la transición del 78 edificada con ladrillos marrones de adobe, no me enteraba de ese doble sentido. La función reventó cuando el ídolo de mozas entonó aquello de: ¿Quién tiene un duro de amor? ¡Para prestármelo!… Los quintos del lugar con su cubata guerrero apedrearon a Pablo Abraira hasta en el micrófono con monedas de cinco pesetas, como si jugasen a la rana. Así iba la viralidad por aquellas calendas. No cómo ahora que por un quítame de ahí esos tuits o esos favs. te arruinan la reputación y amenazan de muerte profesional desde cualquier poder ejecutivo. Vaya veranito de señalamientos al mensajero. Qué le vamos a hacer. No desespere, en Cenacheriland somos personas de recursos, a falta de serpiente de verano para matar el tiempo, tenemos ardilla, bien costeada, de verano. Lo de la gaviota desplumando al pichón que le comentaba al principio en los tiempos de la Lex Flavia malacitana lo tomarían por un augurio, tal vez el de nuestro arcade vintage arrastrando al autoproscrito Cassá por la coleta bienpagá. No me haga mucho caso oiga, ya le digo que patino por las gafas.

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