Buscamos las ofertas en los súper, retrasamos la visita al dentista, reducimos las compras en las rebajas y hasta nos planteamos pasar del colegio concertado... Pero los bares son los bares. Tal vez alguna cigala menos y el Nokando, en casa. Las cervecitas, sin embargo, ésas son irrenunciables. Da igual el día que salgas a la calle, la alegría sigue en los bares ajena a restricciones y a psicología barata. Como diría Coldplay, ¡viva la vida!
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