Se busca gente lista. Se busca gente brillante, se buscan referentes, sujetos que nos hagan pensar y gente a la que admirar. Se buscan urgentemente maestros que enseñen, que dejen huella, que ofrezcan herramientas para afrontar dificultades y manejarse en la vida. Se buscan guías espirituales que orienten, que ofrezcan luz en el camino. Se buscan modelos a los que querer parecerse, personas a las que querer imitar y aspirar a ser como ellos.

Se busca muy urgentemente líderes ante los que alzar la mirada, entornar los ojos y ratificar. Estamos necesitados de discursos que ilusionen, de disertaciones que emocionen. Se buscan figuras de empaque, solventes y respetables. Ansiamos a quien, con autoridad, nos deje relato imponente, debates estimulantes, acciones que nos impulsen.

Buscamos foros que nos descubran argumentos que no se nos habían ocurrido, pretendemos aprender, necesitamos quien nos enseñe y aspiramos a rodearnos de mejores. Seguimos a la espera de razonamientos lógicos. Argumentos que nos dejen callados y nos lleven a la reflexión. Contundencia en valores y rotundidad en ideas.

Necesitamos encuentros que aporten, hacer hueco entre simplezas y mediocridad, alejados de tibieza, encuentros que nos lleven a desear el reencuentro, quedadas con prórroga, reuniones con poso.

Tenemos la necesidad de descubrir líderes seguros, a los que la capacidad del otro no suponga una amenaza, que sepan mirar y reconocer sin recelos la valía del oponente, que sepan identificar y distinguir a quien puede ser mejor que uno y convertirlo en motivación, sin dejar margen a una humana, pero inútil, intimidación; líderes sin desconfianza por las habilidades del de enfrente. Sin miedo a la sombra de quien es más listo. Figuras que, en sus responsabilidades, cada día renueven la convicción en el proyecto y la ilusión del equipo, que hagan de la eficacia y el buen hacer su bandera. Y es que, realmente, tenemos necesidad de poder admirar.

Tal vez busquemos lo que se fue, lo que ya no está o lo que pudo ser. Maneras de hacer de otros, de antes. Puede que pretendamos encontrar a quien sustituya lo insustituible, que se acerque a lo inigualable. Sin duda, se añora a quien perdimos y se recuerda a muchos de los que marcharon antes de tiempo y sin deber, por necesarios, por imprescindibles.

No queda más, hay que seguir buscando, hay que indagar y detectar a los mejores, hay que saber reconocer lo excepcional, valorarlo y aprovecharlo. Hay que aferrarse a quien nos estimula, al que saca nuestra mejor versión y al que puede llevarnos a hacerlo mejor. Hay que seguir, hay que buscar referentes.

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