"Me cambié a la cafetería para no trabajar sola"

Carmen Jiménez lleva cinco años trabajando en el Hotel Vincci de Granada. Sin embargo, tan sólo dos tras la barra de la cafetería. "Antes era camarera de pisos pero trabajaba sola y eso no me gustaba. Apenas veía a mis compañeras". Así que decidió hablar con el director, el mettre y la gobernanta y, gracias al apoyo de éstos, consiguió estar rodeada de personas durante toda su jornada laboral. "Desde el primer momento me prestaron su apoyo y me ayudaron en todo lo que necesité, desde enseñarme a cómo dirigirme al público hasta cómo llevar una bandeja".

La clientela que regenta la cafetería del hotel tiene un cierto nivel y, por ello, siempre se exige un poco más que en cualquier otra que esté a pie de calle. "Si trabajas en otra cafetería puedes estar más relajada, pero aquí te exigen seguir unas pautas, requiere formalidad y estar más seria".

Pero no siempre la rectitud predomina en este local. También hay momentos para las risas, aunque tengan que esconderse detrás de la puerta. "Un día se sentó un cliente en la barra y tras estornudar varias veces seguidas nos pidió que quitáramos las flores porque le estaban dando alergia. Después de que mi compañero le comentara que las flores eran de plástico, tuve que echar a correr hacia dentro para no acabar riéndome a carcajadas delante del cliente".

Seguramente tenga muchas más anécdotas que contar, porque en un espacio por donde pasan cada día tantas personas es fácil encontrar personajes que te alegren, o no, las horas de trabajo.

Lo que está claro, es que Cristina hizo todo lo posible por conseguir estar en este trabajo en el que se siente tan a gusto y en el que el aburrimiento está desterrado gracias a los compañeros y a los falsos alérgicos.

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