Caramelos, trenes y poesía

07 de mayo 2025 - 03:10

Más de setenta autores de catorce países nutren de lujo creativo el XXI Festival Internacional de Poesía de Granada de este año, una muestra que, durante toda esta semana, llena de poesía la ciudad y la provincia que se postula, con enorme ilusión, como capital europea de la cultura. Esta muestra festiva de la creación poética, está brillantemente codirigida por la catedrática de la UGR Remedios Sánchez y el poeta y comunicador televisivo Daniel Rodríguez Moya y viene a reunir a la flor y nata de los poetas más brillantes, laureados y conocidos, principalmente del mundo hispano.

La inauguración del encuentro fue en la tarde del lunes, en el transcurso de un acto ante la fachada de la Huerta de San Vicente, epicentro del actual parque Federico García Lorca, bajo la fronda primaveral de altas acacias y nogales y la dulce brisa de cercanas rosaledas en medio de cuyo ambiente y ante un numerosísimo público expectante, el poeta uruguayo Rafael Courtoisie –Premio Casa de América– fue desgranando unos ciertos pensamientos a modo de originales y atractivos aforismos de su libro Manual de poesía para resolver problemas domésticos. Luego fue el turno delicioso de Manuel Rivas, que traía en el bolsillo, aún calentito, el Premio Nacional de las Letras Españolas.

Muchos de los escritores participantes se habían acercado a Granada para disfrutar de sus monumentos, paisajes y singular belleza, en el mismo fin de semana inmediato anterior, porque, de otro modo, es decir, si hubiesen tenido la temeridad de querer embarcarse en algún tren, desde las estaciones de Madrid hacia el sur de la península, el mismo día en que se iniciaba este festival poético de Granada, se hubiesen encontrado con el tremendo atolladero que vino a suponer, muy especialmente, la estación de Atocha, completamente colapsada por más de diez mil viajeros que hubieron de quedar en los abarrotados andenes, ante más de treinta trenes que, por causa de falta de electricidad en las catenarias, entre Madrid y Toledo, dejaron de prestar el servicio hacia las estaciones del sur peninsular, sin explicación y sin auxilio de RENFE ni de persona alguna del (des)Gobierno de España.

Después se ha podido saber, por gentiles y detalladas explicaciones del ministro de Transportes, Óscar Puente –tan eficiente y discreto él, como es bien sabido– que la culpa de esta falta de electricidad habría que buscarla, al parecer, en un presunto sabotaje sobre este tipo de energía ferroviaria, que había hecho, esa misma mañana, personal del obrador de la pastelería La Pajarita, dedicados sus maestros pasteleros a producir, como posesos, la ingente cantidad de caramelos de violeta que demandaron todos estos viajeros que pretendían venir al Festival de Poesía de Granada. Ante la convincente explicación del juicioso y prudente ministro Óscar Puente, nadie se ha atrevido a replicar y mucho menos lo haré yo. ¿O no?

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