Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Sin su consentimiento

La mujer era una propiedad del varón; hoy se aprovechan de ella, sin su consentimiento, los partidos

Desde la tarima, doña Celia, nuestra joven catedrática de latín -una mujer hermosa, empoderada por su saber y visibilizada por su belleza- nos contaba el papel de los augures en la fundación de la Roma y cómo Rómulo asesinó a su hermano gemelo Remo para hacerse con el poder y que no hubo problemas de recalificación de terrenos para construir la urbe romana. ¡Ancho y un poco vaciado estaba entonces el Lazio, la tierra elegida! En Ab urbe condita, ('Desde la fundación de la ciudad'), el texto de Livio que traducíamos en clase, conocimos de la violación de Lucrecia por el hijo de Tarquinio el Soberbio, último rey latino, y de las consecuencias que esta agresión funesta trajo para la historia de Roma. Nada más y nada menos que la caída de la Monarquía (509, a.C.) y la instauración de la República. Lucrecia dio hospitalidad en su casa a Sexto Tarquinio, amigo de su esposo, en ausencia de este. El infame, cuando todo el mundo dormía, agitado por su pasión, se coló en la habitación de su anfitriona y la amenazó de muerte si no consentía en yacer con él. Lucrecia se niega y Sexto la amenaza con algo peor que la muerte: pondrá el cuerpo muerto de un esclavo junto al cadáver de ella y dirá que mató a ambos al sorprenderlos en sórdido adulterio. Así su lujuria triunfó sobre la castidad inflexible de Lucrecia. La mujer hace prometer a su padre, a su esposo y a su amigo Bruto que vengarán la afrenta. Los hombres lo prometen y tratan de consolarla argumentando que "donde no ha habido consentimiento no hay culpa", pero ella se suicida. En Las Partidas de Alfonso X el Sabio, se legisla sobre el consentimiento, la violación y las penas y castigos que recaerán sobre los violadores. Tanto en Tito Livio como en Las Partidas, la violación se contempla más como una ofensa insoportable para los familiares varones de la violada, a los que les pertenece, que como un atropello a la mujer. La trifulca odiosa por el consentimiento que enfrenta hoy a los miembros del Gobierno, y la oportunista y desvergonzada tormenta desatada por la oposición conservadora por las excarcelación de violadores, no sé si derribarán a Sánchez -la violación de Lucrecia sí derribó un régimen-, pero parece que el sufrimiento de las mujeres violentadas les importa menos a los partidos que la lucha por el poder en la que están enzarzados.

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