La situación política en Cataluña es enormemente tensa, y hasta explosiva, a causa de las decisiones adoptadas para la ruptura unilateral con España por los partidarios de la independencia. La gravedad de la situación aconseja dejar para otra ocasión el análisis de la enorme culpa que el Partido Popular tiene en la génesis de este proceso: baste dejar un apunte en relación a la campaña contra los productos catalanes o el recurso contra el nuevo Estatuto de Autonomía al Tribunal Constitucional, entre otras decisiones interpretadas como provocación y falta de respeto a las instituciones de Cataluña y a millones de catalanes.

Pero en estos momentos graves lo que se pone de manifiesto es el fracaso de los responsables del Gobierno de España y del Gobierno de la Generalitat por la ausencia de diálogo político.

La ciudadanía española asiste atónita a una situación explosiva que puede derivar en una ruptura grave de la convivencia. Y el grave riesgo que tiene la pérdida de la normal convivencia en una sociedad moderna como la sociedad catalana, pone de manifiesto que el objetivo actual más importante es recuperar la vía del diálogo y del entendimiento, una vez adoptadas las medidas de carácter legal que suspenden las normas inconstitucionales aprobadas por el Parlament los pasados días. Suspensión que cuenta con todo mi apoyo.

Pero quiero llamar la atención sobre la importancia del diálogo y de la política para solventar las profundas diferencias que actualmente socavan la convivencia cotidiana. En ese sentido, la única propuesta que pretende el diálogo profundo para buscar un nuevo pacto de convivencia que renueve el que alcanzamos en 1978, es la propuesta del PSOE.

No solo es interesante analizar en profundidad el alcance que tiene esa propuesta desde el punto de vista del perfeccionamiento del actual modelo territorial avanzando hacia un Estado federal, sino que la comisión parlamentaria solicitada en el Congreso por parte del PSOE puede convertirse en el instrumento necesario para conseguir los ansiados puntos de encuentro que toda sociedad necesita para asegurar la convivencia.

Estamos asistiendo a los costes de no dialogar; costes en el ámbito de la estabilidad, costes en el ámbito de la convivencia, costes en el ámbito del progreso social... Costes todos y cada uno de ellos completamente inadmisibles. Y hay que dialogar para entenderse. Dialogar entendiendo las razones del contrario. Dialogar para pactar. Cumplimento de la legalidad, si. Diálogo y política, también.

Es imprescindible y urgente recuperar la razón.