EL secretario general del PSOE de Andalucía, José Antonio Griñán, dará el viernes el paso definitivo para dejar de serlo: ese día reúne a la Ejecutiva regional socialista para convocar el congreso extraordinario en el que será elegida su sucesora, Susana Díaz, a la que también cedió el testigo en la Presidencia de la Junta a principios de septiembre. El congreso tendrá lugar el 23 y el 24 de noviembre, inmediatamente después de la conferencia política que ha de relanzar el proyecto socialista a nivel federal. Griñán, que ayer presentó la renuncia a su escaño en el Parlamento andaluz, tras haber sido designado senador en representación de la comunidad autónoma, completará así la operación de su propio relevo como referente del socialismo andaluz, decidido personalmente por él mismo para librar a la Junta de la sombra del caso de los ERE y por motivos personales. Una vez producida la sustitución en la Junta, tras la elección de Susana Díaz y la continuidad del pacto de gobierno con Izquierda Unida, quedaba por resolver la incógnita del liderazgo en el seno del partido. Griñán ha interpretado correctamente que no le convenía al PSOE andaluz mantener separados el control del partido y la dirección de la Junta a riesgo de que se produjeran disensiones, celos y desencuentros entre él mismo y Díaz. Precisamente hace unos días el anterior presidente de la Junta, Manuel Chaves, apostó en los periódicos del Grupo Joly por la rápida liquidación de la bicefalia y la entronización de Susana Díaz como secretaria general del PSOE andaluz. Chaves goza de cierta autoridad en materia de bicefalia, ya que cuando fue sustituido por el propio Griñán como presidente y conservó el liderazgo del partido no tardaron en surgir, pese a la amistad estrecha entre ambos, conflictos y desavenencias que acabaron provocando un tenso congreso extraordinario en el que Griñán terminó acaparando todo el poder, pero a costa de recibir un voto de castigo notable de los delegados socialistas. Aunque probablemente no ha sido de su agrado tomar la decisión después del pronunciamiento de Manuel Chaves, el todavía secretario general ha interpretado que la opción de abandonar este cargo es la más adecuada al interés del PSOE de Andalucía. A finales de noviembre culminará, pues, lo que José Antonio Griñán llamó ayer "el desenlace natural" de su sorpresiva iniciativa de impulsar el relevo generacional y político del Partido Socialista en Andalucía, tras treinta y un años de gobierno ininterrumpido de la comunidad autónoma. Deja a Susana Díaz un partido más unido y que sigue al frente de una región aquejada de graves problemas que son los que pondrán realmente a prueba la operación.

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