Cada persona vive su vacunación como quiere. Están los que se niegan porque blablá, blablú y los extraterrestres existen, los que van como quien no quiere la cosa, los que van con miedo y los que estaban deseándolo desde hace meses. Pero sobre todo, y cuesta creer que no sea así, a todo el que pasa por el Parque Norte de Bomberos, por Fermasa o por cualquier punto de vacunación se le ha pasado por la cabeza toda la pandemia durante unos segundos. Y es muy difícil ser de hierro en esas circunstancias. Vienen los recuerdos de los aplausos a las ocho, a los sanitarios le habrán venido a la mente tantos momentos de miedo, tantas vidas que se escapan... Incluso a los periodistas se les pasa por la cabeza cada parte de datos, cada muerte, cada repunte, cada pregunta de sus allegados de "¿cómo van los datos hoy?", y desesperarse cuando las cosas no iban bien. En esa cola de apenas dos minutos mientras se espera la llamada para el 'box 8' todo se agolpa. Valoremos todos lo que está pasando, por lo que hemos pasado, y la posibilidad que está brindando la ciencia y todo el sistema público, en mayúsculas, de salud.

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