Cajón de sastre

Francisco González / García

78 euros y 25 céntimos

18 de noviembre 2014 - 01:00

SIEMPRE resulta agradable que a uno le propongan para un tribunal de tesis, de algún modo le reconocen cierto conocimiento sobre un tema. Además en las tesis siempre se aprende, son investigaciones calentitas, es de lo último trabajado. En ocasiones sirven para reencontrarse con compañeros de la disciplina o para conocer a nuevos profesores. Son además el acto académico donde se inviste con el mayor rango universitario, el doctorado. Qué bonitas son las tesis. Y son un maravilloso ejemplo de los controles públicos que funcionan en este país.

Hago referencia a los controles y justificaciones que debemos presentar los miembros de cualquier tribunal de tesis. Les enumero. Por supuesto justificación de los desplazamientos, desglosando itinerarios y horarios al minuto para saber si se cobra dieta de día entero o media dieta; por supuesto factura del hotel o comprobante del alojamiento si es que se ha tramitado por alguna agencia de viajes. Hay que entregar la autorización de las dos autoridades académicas más próximas, el director de tu departamento y el decano de tu centro. Dejemos avisado que estamos ausentes por si se falta a clase, aunque la fecha de la tesis siempre se suele pactar para perder la mínima docencia, y avisamos a los alumnos que no estamos en tutorías. Y seguro que he olvidado algún papeleo más. Y con suerte, muchos meses después recibes un ingreso de las dietas. Mi última tesis fue en Zaragoza, 1.400 kilómetros ida y vuelta, tres días fuera de casa, allá por principios de junio. Hace unos días mi banco me avisó del ingreso por dietas que sirve de título a este Cajón de sastre. Pueden juzgar si es mucho o poco, pero les aseguro que está absolutamente fiscalizado y controlado.

Otra cuestión es que en este país no se controle quién paga los viajes de avión de sus señorías, o las ayudas que se dan por cursos de formación, o los porcentajes por obras, o por cuidar los árboles, o por asfaltar carreteras, tender puentes, recibir herencias y un largo etcétera que ustedes conocen muy bien. Todo ello se contabiliza en cantidades de al menos cinco cifras o en cientos de miles o en millones de euros. Qué ridiculez hablar de céntimos. Cuando hablamos de robar esas cantidades, ¿para qué se van a preocupar de hacer controles? Ahora nos dicen que lo van a controlar. Para muchos, esa justificación, ya llega tarde. Vale.

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