Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
EL Gobierno de Juanma Moreno se enfrenta a la peor crisis política que ha vivido en dos legislaturas, desde que fue investido en enero de 2019. El caso de los fallos en la atención sanitaria a pacientes que se sometieron al cribado de cáncer de mama es muy grave: se trata de la salud de los administrados y de una enfermedad que puede costar la vida a las pacientes.
El escándalo sanitario ha saltado además a pocos meses de que se celebren las próximas elecciones autonómicas. La gestión que haga el Ejecutivo de la Junta de Andalucía señalará si estamos o no ante un cisne negro: un hecho disruptivo que altere el resultado en las urnas.
La oposición lleva dos años intentando que la gestión de la competencia de Salud fuese el ariete que agriete la sólida posición que Moreno tiene como gobernante, pero nunca, ni siquiera con el caso de los contratos de emergencia de la pandemia, había conseguido un impacto real.
Ha sido la denuncia de Amama, la asociación andaluza de pacientes con cáncer de mama, la que ha situado al PP en su momento más crítico y que ya ha supuesto el cese de la hasta el miércoles consejera de Salud, Rocío Hernández, presentado por Moreno como una renuncia voluntaria que él ha aceptado: más parece que le dijeron que no podía continuar.
La oposición trata ahora de vincular esta grave crisis con un colapso del sistema provocado por las políticas populares: el recurrente lema de recorte y privatización.
Lo cierto es que lo ocurre es justo lo contrario: el Gobierno del cambio ha modificado muy poco de la gestión sanitaria. El SAS sigue siendo tan bueno y tan frágil como cuando Susana Díaz cesó por mor de la alternancia que decidió una carambola en las urnas.
En realidad, el problema en general del SAS, y no sólo en este caso de los cribados, es el gatopardismo del PP: cambiar de partido para que apenas cambie nada en las principales competencias: sanidad y educación. No así en gestión de la política económica y tributaria.
Queda muy poco tiempo hasta que se vote: máximo hasta junio. Pero el PP de Juanma Moreno debería darse cuenta de que este desastre en la gestión le da la oportunidad de afrontar una auténtica revolución para que la eficiencia en el uso de los recursos –también los del sector privado, que siempre se usaron en Andalucía– supongan de verdad un cambio.
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