La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
Comentando, interpretando y justificando las palabras de Sánchez sobre Ábalos –“Una cosa es que tuviera una confianza política en él, que la tuve. No lo niego, es evidente. Y otra cosa es que desde el punto de vista personal era un gran desconocido para mí”–, María Jesús Montero ha dicho que ella entendió perfectamente “el sentido de sus palabras, que iba en la dirección de que realmente, por mucha intensidad que uno tenga en el contacto profesional con compañeros, con subordinados o con los jefes”, al final, “se muestra una cara de las vidas privadas que uno no conoce”.
Esto puede pasar, por supuesto. A condición de que el contacto entre ambos sea estrictamente profesional y se limite al horario laboral y algún café o comida de empresa. El problema es que, quizás entusiasmada por su explicación, añadió: “Yo creo que eso es lo que quiso decir el señor Sánchez, como tantas veces ha ocurrido en la vida normal, en la que tu vecino resulta que es una persona que tiene comportamientos delictivos y la apariencia no plantea eso”. Y esto, señora, ya no cuela.
Es imposible adivinar, salvo que se vista como el caco Bonifacio de los tebeos, que un vecino tenga “comportamientos delictivos” si solo nos saludamos en el portal, hablamos del tiempo en el ascensor o toca el timbre para pedir una pizca de sal. Pero si se han recorrido miles de kilómetros con él en un Peugeot compartiendo un proyecto común, si logrado dicho objetivo se le ha nombrado secretario de Organización de nuestro partido y ministro de nuestro Gobierno, si –después de quitárselo, por las razones que sean– se le ha incluido como número dos en unas listas electorales y si se le han enviado wasaps mimositos que dicen “La verdad es que he echado de menos muchas veces trabajar contigo. Siempre he valorado mucho tu criterio político. También tu amistad. En fin. Te mando un abrazo”, parece que la relación entre Sánchez y Ábalos era ligeramente más estrecha que la que se mantiene, como ridículamente dijo la vicepresidenta y candidata a la Junta, con el vecino al que vemos todos los días, sí, pero solo unos minutos en el vestíbulo, el ascensor o el descansillo. En un mundo en el que los porteros electrónicos han sustituido a la portera de 13 rue del Percebe como fuente de información sobre el vecindario.
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