Balsas de piedra

ANTONIO DAPONTE

El general invierno

Habrá que adoptar con premura las medidas necesarias para reducir nuestros niveles de contaminación atmosférica

Estudios científicos señalan que una de las causas de la gran diferencia de casos de Covid-19 entre unas ciudades y otras son las temperaturas, ya que, cuanto más altas, más debilitarían al coronavirus. Además, en invierno, con ventanas cerradas y la calefacción, hay poca humedad relativa en nuestras casas. Por ello, en cuanto llega el buen tiempo y suben las temperaturas, apagamos las calefacciones y abrimos las ventanas, lo que conduce a la reducción drástica de esos síndromes víricos catarrales que nos afectan en invierno. Si este virus se comporta así, seguirá habiendo casos, pero una menor incidencia, y tendremos un respiro de unos cuantos meses.

Un estudio científico norteamericano publicado hace unos días por la Universidad de Harvard demuestra que el daño del Covid-19 es mucho mayor en aquellas ciudades que tienen habitualmente niveles altos de partículas, uno de los grandes contaminantes del aire de nuestras ciudades. Y este efecto es de una magnitud relativamente grande. Según los autores, reduciendo la contaminación un 1 mg/m3 (en Granada tenemos de media 20 mg/m3) disminuirían las muertes por Covid-19 un 15%, lo que significa una gran cantidad de muertes. Dicho de otro modo, vivir en ciudades con alta contaminación del aire aumenta la mortalidad por Covid-19.

¿Qué tiene que ver un virus con un contaminante del aire? Está más que demostrado científicamente que vivir en ciudades que tienen permanentemente niveles altos de contaminantes atmosféricos, como Granada, causa daños en el largo plazo. Es como tener un martillo pilón que diariamente, bocanada a bocanada, nos va percutiendo en nuestros pulmones, nuestro corazón y nuestras arterias. El resultado es la inflamación permanente de nuestros sistemas respiratorios y cardiovasculares, lo que conlleva su debilidad. Pulmones y corazón son órganos diana principales del virus. La contaminación del aire los hace más vulnerables.

Dado que Granada tiene permanentemente niveles altos de contaminación atmosférica, los resultados preliminares de estos estudios deberían llamarnos la atención, pues, en la próxima onda epidémica de otoño, el efecto del virus probablemente será mayor en nuestra ciudad. Así que habrá que adoptar con premura las medidas necesarias para reducir seriamente nuestros niveles de contaminación atmosférica. Vendrá el general invierno, y debemos evitar que los granadinos nos tengamos que enfrentar a una doble amenaza mortal: virus y miasmas. Ninguno de los dos son castigos divinos.

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