La ciudad y los días
Carlos Colón
Lo único importante es usted
Esta semana la portavoz, apellidada Nogueras, del partido antiespañol, pero en el Parlamento de España, curioso oxímoron, acusaba al presidente Sánchez de ser un cínico y un hipócrita. De lo segundo podríamos escribir varios libros, pero por razones de espacio quisiera comentar que la ‘dona’ catalana solo se equivoca en parte en lo primero. Si atendemos al sentido original de ser cínico, hemos de remontarnos a la Grecia clásica, siglo IV a.C., para recordar que los cínicos eran aquellos filósofos que vivían de forma muy frugal, despreciaban el poder y lo criticaban ferozmente y con saña, casi como ladrando (el termino cínico deriva de ‘k/cyon’, perro en el griego antiguo).
Todos sabemos que el señor Sánchez no desprecia en absoluto el poder, antes al contrario se aferra a él y dice por activa y pasiva que seguirá en el gobierno y que piensa repetir como candidato. En eso no es perro, digo cínico. Empero lo de cínico hoy lo entendemos de un modo distinto, más bien muy diferente. Y en eso de mentir o cambiar de opinión con total descaro y además reírse con gesto descarado y otras conductas muy cínicas ya sabemos que el presidente es un adalid, o sea es muy perro, digo cínico.
En general los perros se enfrentan entre sí ladrándose, pero no llegan a morderse, y en eso nuestros parlamentarios también son muy perros, digo cínicos. Los del partido antiespañol, ya saben los siete de Junts, ladran y ladran, digo hablan y hablan de que ya no van a apoyar al gobierno pero a las primeras de cambio solo se abstienen en una votación. Yo diría que ahora esos perros, digo cínicos de Junts, son una ‘mica’ hipócritas; dicen una cosa pero actúan de otro modo.
En realidad cínicos e hipócritas son ambos, son una pareja tal para cual que se necesitan, los unos para seguir en el gobierno y los otros para sacar todo lo que puedan hasta que el fugado en Waterloo regrese. Es probable que se odien pero, y volvemos a los clásicos, Séneca en una de sus tragedias pone en labios de un gobernante estas palabras: ‘la primera habilidad de un rey (o digamos un presidente del gobierno) es ser capaz de soportar incluso el odio’. Y ni el odio mutuo ni los ruidos mediáticos van a impedir que esa pareja mantenga sus ladridos, digo soltándose acusaciones o las memeces habituales, pero continúen en el poder. Vale.
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