Sin honestidad

Entre colapsos ferroviarios, incendios, apagones, sin presupuestos, un problema migratorio real que Sánchez instrumentaliza torticeramente para que en la ciudadanía cale que la oposición es fascista/xenófoba, el fugado Puigdemont dirigiendo España desde Waterloo, un Poder Judicial continuamente amenazado por el Ejecutivo y un deterioro institucional antidemocrático, es muy difícil que España funcione.

En cualquier democracia de nuestro entorno no se hubiera tolerado que un presidente del Gobierno continuara en su cargo ni un sólo día tras la imputación de su Fiscal General, y menos aún, de su mujer, su hermano y sus dos secretarios de organización.

Pero las reglas no escritas de la política han cambiado en España con Sánchez. Ya con Zapatero comenzó el todo vale/aquí no pasa nada, pero Sánchez ha institucionalizado descaradamente la ausencia total de escrúpulos en el ejercicio de la política porque se le ha permitido, porque nadie de los que podían le han parado los pies, porque han preferido su propia supervivencia como privilegiada oligarquía a la honestidad.

Tras saberlo detrás de una cortina metiendo votos en una urna, ¿qué podíamos esperar de un concejal “comprometido” contra la prostitución mientras su mujer regentaba locales donde se ejercía, de quien “desconocía” las aficiones de sus compañeros del Peugeot, o que su mujer y su suegro regentaban negocios de prostitución?

Sólo esto hubiera acabado con la carrera política de cualquiera, pero él ha resistido semejante insuperable obstáculo, y todos los demás ya le han sido pequeños, hasta que imputaron a su mujer y después a Cerdán. Ni la imputación de su hermano ni la del Fiscal le han hecho mella, pero la de su mujer le empujó a un tacticismo impostado que resultó entre los suyos, y la de Cerdán le preocupa gravemente por si termina tirando de una manta mucho peor que la de Koldo/Ábalos.

Desencajado y con aspecto físico psicopático, ahora es más peligroso y maquiavélico que nunca y en su huida hacia adelante va a utilizar todos los poderes a su alcance para acabar desde dentro con el Estado de Derecho y alterar los procesos electorales con nuevas Leires en la tramoya. La gravedad de la situación debe hacer reaccionar a una oposición acomplejada y ofuscada en entrar al trapo de sus pueriles señuelos en vez de centrarse en derrocarlo desde dentro. Frente a deshonestidad, inteligencia.