Hoy es el día de la ilusión para nuestra cultura, por el papel que tradicionalmente han jugado los Reyes Magos, donde el regalo tiene la doble satisfacción de quién lo recibe y quién lo hace posible. Pero también las ciudades tienen ilusiones y sentimientos, vivos en su paisaje, sus monumentos, su historia y sus gentes. De esas ilusiones Granada podría ser todo un símbolo, donde la frustración de que los Reyes Magos la vienen olvidando con demasiada frecuencia se une a su esperanza de que todo cambie en el futuro. Si hoy miramos las cosas importantes que hace tiempo la ciudad viene esperando como merecido regalo, por ser buena y obediente –con ese silencio de los corderos–, vemos que o se han retrasado demasiado o todavía los estamos esperando. Tenemos dos ejemplos, por mencionar alguno de los muchos: el tren a Motril y la Capitalidad de la Cultura. El primer asunto lleva siendo un tema recurrente desde el siglo XIX, con idas y venidas que acabaron convirtiéndose en tema de cachondeo local y provincial. Esta vez ha sido Europa la que ha rechazado esta posible conexión a la Red Ferroviaria Transeuropea. Ya la fecha de un posible estudio se aplaza hasta 2050, aunque, tal vez, el Corredor Mediterráneo pueda estar algo antes. Me temo que algunos no estemos ya disponibles para coger trenes en marcha. Europa se suma a la medida del tiempo que he llamado ‘velocidad Granada’.

Hablando de velocidades, el asunto de la Capitalidad Cultural europea lleva también unas cuantas décadas planteándose. Esta vez parece que el Ayuntamiento granadino y la Universidad van a trazar un plan serio para el proyecto que, recuerdo, era sólo un folio escrito a mano durante la alcaldía de Díaz Berbel. Nos gustaría conocer, al menos, las líneas básicas del mismo cuando funcione la, ‘prevista’ oficina técnica que coordine la organización. Le fecha es relativamente cercana, 2031.

No voy a molestarles en este día de la ilusión con recuerdos de lo tarde que trajeron los Reyes (Magos) los ‘regalos’ de la autovía a la costa, el AVE, la presa de Rules y su conversión en piscina, y para qué decir de la frustración de no haber sido lo suficientemente buenos para traernos la Agencia de la Inteligencia Artificial. Nadie propuso declarar a Sánchez persona no grata, por ese desprecio a la fundada candidatura granadina.

En fin, no perdamos, como ciudad y como ciudadanos, la ilusión y no digamos lo que tantas veces he mencionado al escuchar a una niñita que no tendría más de cuatro años, diciéndoles a sus padres, durante una cabalgata en la costa, enfadada por la injusticia, la frase que resumiría muchas frustraciones de estos días: “El cabrón del rey Melchor no me ha echado ni un caramelo”.

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