El increíble AVE menguante

Aunque parece un AVE, cuesta lo que un AVE y se llama como un AVE, está muy lejos de ser un AVE

22 de septiembre 2023 - 00:00

En la magnífica película de Jack Arnold, El increíble hombre menguante, su protagonista Scott Carey, se ve envuelto en una extraña nube y meses más tarde empieza a notar que su cuerpo se va reduciendo en tamaño, en peso y en altura hasta quedar casi invisible. Pues bien, con el AVE de Granada pasa algo parecido.

No sé en que extraña nube se ha visto envuelto nuestro AVE, pero lo cierto es que llegó a mediados de 2019 llegó a la estación de Andaluces, es un poco como ese tío de ‘Graná’ que según la copla “ni es tío, ni es na”. Cuatro años después ya es hora de rebajar las expectativas ante el tan deseado tren, porque aunque parece un AVE, cuesta lo que un AVE y se llama como un AVE, está muy lejos de ser un AVE. Lo que llega a Granada no es alta velocidad, sino la consecuencia de la indolencia, el conformismo y el escasísimo peso que Granada y su clase dirigente tienen en el conjunto de la política y la economía de nuestro país.

El AVE de Granada es el único de toda España que, en lugar de aumentar frecuencias y disminuir los tiempos de viaje, opera en sentido contrario, cada vez tenemos menos trenes y tardan más. El último despropósito ha sido el de que a partir del 17 octubre, fecha en la que acabarán las obras de ADIF para “mejorar” el corredor de alta velocidad entre Andalucía y Madrid, la duración del viaje entre Granada y la capital de España, en lugar de disminuir, va aumentar, situándose en el umbral de las cuatro horas. Alguien debería explicarnos como unas obras de mejora que reducirán los tiempos por trayecto entre Sevilla y Málaga y Madrid, en el caso de Granada los aumentan.

El tren que llega a Granada, no aguanta la más elemental comparación con los que transitan por la vecina Córdoba. Las dos ciudades están separadas de Madrid, por la misma distancia, alrededor de 400 kilómetros. Sin embargo, la duración del trayecto del AVE entre la capital de España y la capital de la Mezquita es de una hora y cuarenta y cinco minutos, mientras que para llegar a Granada necesitamos más del doble, o sea casi cuatro horas y cerca de treinta euros más por trayecto.

Granada tiene el AVE que se merece. O sea una alta velocidad de atrezzo, escasa, lenta y cara. ¿Saben ustedes de quién es la culpa? Pues ni más ni menos que de los granadinos, que seguimos comulgando con ruedas de molino sin levantar el culo de nuestros cómodos sillones.

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