Ha llegado el camión del tapicero

A veces comparo las voces de los políticos con la voz electrónica que sale del camión del tapicero

Una de las circunstancias que me han hecho creer que hemos vuelto a la normalidad es oír por las calles de nuevo el megáfono del camión del tapicero. Lo oí el pasado viernes. "Atención, atención, ha llegado a su ciudad el camión del tapicero". La voz enlatada dice después que se tapizan sillas, sillones, butacas, tresillos, mecedoras y toda clase de muebles y tapicerías. Y que recogen y entregan en el propio domicilio. Y luego vuelta a empezar: Atención, atención… Y así todo el día. La letanía grabada se mete tanto en las conciencias que lo oyes un par de veces y tu mente te la repite otras cien.

A veces comparo las voces de los políticos con la voz electrónica que sale del camión del tapicero. Están dispuestos a arreglar todo lo que hay que arreglar y lo anuncian de manera machacona e insistente para que no olvidemos su mensaje. El pasado domingo en este periódico el alcalde de Granada, Luis Salvador, hacía un balance de su año de gestión y nos decía lo que iba a hacer: tapizar la ciudad con un anillo verde de 50.000 árboles, poner en marcha un nuevo Plan General de Ordenación Urbana y aprobar unos presupuestos para los cuales ya tiene un acuerdo. En la entrevista nos alentaba a los granadinos a que saliéramos para consumir en los comercios y en los bares para restablecer así el sector servicios, tan vapuleado por esta crisis. También nos decía que, debido a las circunstancias de la pandemia, se habían quedado varados proyectos como el Palacio de las Artes, el teleférico y el cierre del anillo de la circunvalación. A muchos políticos les ha venido de puta madre que sus voces enlatadas con las que nos han vendido proyectos irrealizables se queden ahora en agua de borrajas. "Es que no contábamos con la crisis del coronavirus", se excusarán. ¿Qué granadino se había tragado que íbamos a tener un Palacio de las Artes en el que podría oír ópera? Vendrán muchos camiones de tapiceros anunciándolo, hasta que el proyecto se diluya en el más completo de los olvidos. Lo que quiero decir es que hay voces que inspiran confianza y otras falsas que parecen grabadas con la intención de vendernos cosas. Atención, atención, ha llegado a su ciudad el camión del tapicero. Y así una y otra vez.

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