Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

La lucha del campo

El mejor recuerdo al director y amigo Melchor es abordar la actualidad, que hoy tiene color verde

Me apetecería, hoy, hablar de recuerdos de amigos desaparecidos, como es el caso de Melchor Saiz-Pardo, que fue director durante parte importante de mi vida profesional en Ideal, del que se ha cumplido un año de su muerte, y que me permitió desarrollar con absoluta libertad mi trabajo y la expresión de ideas. Recuerdo aquellas madrugadas en que él, como director, y yo, como jefe de pensamiento y opinión del periódico, preparábamos las páginas en la que destacadas firmas de todos los sectores políticos, sociales y culturales, en los difíciles años de la Transición, acudían a las páginas que él abrió como adelantado de lo que debería ser el periodismo en democracia. Sigo el consejo del director y amigo, para continuar abordando la actualidad, con "la fuerza de la razón", aunque el corazón pida otra cosa, que en este caso sería su recuerdo.

Y la actualidad ha tenido esta semana la voz en lucha del campo, el gran olvidado de las administraciones y de los ciudadanos. Con el ruido de sus tractores que han colapsado ciudades como Granada y las voces de sus protagonistas, a los que debemos nuestra subsistencia, además de despertar nuestras concienciar, han lanzado una llamada al Gobierno de turno que está ahí no sólo para disfrutar de sueldos, aviones, coches y despachos oficiales, colocarse ellos y sus parejas y amigos, sino para solucionar los problemas de los ciudadanos y de los sectores afectados y no para satisfacer las exigencias execrables de nacionalistas, independentistas o filoetarras a los que deben sus cargos. Es verdad que el problema es antiguo, pero, aparte de las cuitas sufridas por los temporeros, la situación es insostenible, como afirman los afectados, con los precios de ruina y la subida implacable de mantenimiento, impuestos, competencia desleal, el fantasma de las rebajas de ayudas comunitaria y otras calamidades, que algún sindicato, como UGT, ha intentado diluir, para no molestar al Gobierno actual -otros dirigentes de ese mismo sindicato le hicieron varias huelgas generales a gobiernos socialistas-, calificando a los agricultores y ganaderos que hoy protestan de 'carcas' o terratenientes.

Tampoco el gobierno de coalición se puede limitar a decirles, como ha hecho el vicepresidente Iglesias y la ministra de Trabajo, que aprieten en su lucha callejera, olvidando que, hoy, no sólo son activistas, de la calaña de Torra, sino gobernantes obligados a dar respuestas a sus problemas. No se parapeten en bizantinas y grotescas trifulcas parlamentarias y aborden los asuntos críticos pendientes, que no son exclusivamente los planteados por los soberanistas catalanes, sino mucho más amplios de una España real y no la esperpéntica que vemos en la política de cada día.

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