Conlo chovinista que es el granadino, demasiado poco se preocupa de cuidar aquello de lo que tanto presume. Por eso hay que entender que desde las administraciones se ejerza de forma inflexible en aras de la preservación del rico patrimonio que alberga la capital. El pleno del Patronato de la Alhambra y el Generalife ha vetado ya de forma total el uso de palos selfie tanto en estos dos lugares como en los espacios del mes y otras zonas del recinto. Tampoco se podrá usar el flash ni fumar si no es en zonas particularmente habilitadas a tal efecto. Y es que la Alhambra, como otros muchos monumentos de la ciudad, no es el patio de recreo de nadie. Ni de los firmes partidarios de que es patrimonio de todos ni de los rancios defensores de lo local frente a lo exógeno. No existe excepción alguna en esto. No en vano, cabe preguntarse si habría que acotar aún más la celebración de actos de carácter privado que poco o nada tengan que ver con la propia naturaleza del recinto, y que amenazan con pervertir su arquitectura. O por lo menos, aclarar con exactitud sus costes y procedimientos. Este deber ser el principal caballo de batalla del nuevo Portal de Transparencia.

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