Quousque tamdem

Luis Chacón

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Los papeles de Huévar

Lo que suele enervar a la mayoría de los políticos no es que se compren votos, sino que ellos no tengan con qué hacerlo

Hitler ordenó asesinar a casi todos sus opositores políticos en lo que se llamó la Noche de los Cuchillos Largos. No hubo piedad ni con quienes, como Ernst Röhm -Jefe de la SA, fuerza paramilitar del partido nazi- le habían acompañado desde los primeros tiempos. A Röhm le detuvieron en la cama con su amante y Hitler entró públicamente en cólera cuando lo supo. Pero como su homosexualidad era públicamente conocida, este chascarrillo cruel empezó a correr por los mentideros berlineses: "Veréis el disgusto que se va a llevar el Führer cuando se entere de la obesidad de Göring y de la cojera de Goebbles". Pues algo parecido podríamos decir del vahído de doncella decimonónica que han sufrido algunos tras salir a la luz los "papeles de Huévar". Ahora va a ser novedoso que hay municipios, y no sólo andaluces, donde el voto se compra o arrienda. Como se entere Spielberg del escandalazo, nos regala otra gran película como Los archivos del Pentágono. Pero esta vez, con Meryl Streep encarnando a la nueva alcaldesa del municipio del Aljarafe sevillano.

Es evidente que cuanto más pequeña es una comunidad, más frecuente será que el mismo grupo tenga la mayoría y mayor será la facilidad de mantenerse en el poder buscando el interés de quienes te apoyan, más que el de la sociedad en su conjunto. Lo que siendo legítimo y democrático no deja de ser inconveniente para cimentar el porvenir de todos. Pensemos que no siempre, nuestros intereses inmediatos resultan ser lo mejor para nosotros mismos. Y eso es algo que experimentamos cada mañana cuando suena el despertador; preferiríamos seguir durmiendo pero sabemos que si no vamos a trabajar, podría ser que no tuviéramos donde dormir en un futuro.

Crear redes clientelares es connatural al ejercicio del poder. La ventaja de la democracia es que las fidelidades no suelen ser eternas. A veces, ni siquiera, agotan una legislatura. Seamos claros: lo que suele enervar a la mayoría de los políticos no es que se compren votos, sino que ellos no tengan con qué hacerlo. Por eso, cada cambio de gobierno se inaugura con una auténtica Cabalgata de Reyes en la que el líder va lanzando golosinas, bolsas de caramelos y juguetes en forma de nombramientos, cargos de confianza y sinecuras varias. Y es ese cinismo lo que debería horrorizar a los ciudadanos. El día en que separemos radicalmente Administración y Gobierno, seremos una democracia casi perfecta.

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