¡Que te pille el tren!

Fomento se ha empeñado en modificar la variante de Loja auque pueda causar daño a los acuíferos de la zona

He disfrutado mucho tiempo entre los dorados renglones de letra procesal o cortesana y en la penumbra sorpresiva de un sinfín de archivos, en los que se atesora; a veces con celo y a veces con olvido; los relatos que describen la vida de nuestros antepasados y puedo, fácilmente, suponer la enorme carga de emociones que debe de sentir un arqueólogo al levantar la tierra de siglos que se ha ido posando, en el transcurso del tiempo y el esfumado de la memoria, sobre las piedras que fueron muros, sobre suelos que fueron delicados mosaicos y que vuelven a serlo en una combinación de diminutas teselas, llegando a mostrar la elegante belleza figurativa o geométrica de antiguos y anónimos artistas. Por eso y porque sólo hay que tener un mínimo de sensibilidad y de proclividad, también, al conocimiento de la cultura que nos humaniza, para comprender la tremenda aberración -por no decir burrada- que supone; a todas luces -si se tienen- meter el trazado viario de un tren de alta velocidad en el entorno, casi en las inmediaciones, de una villa romana con toda su carga de particulares valores culturales.

Los hay cafres, sin duda, cafres que se empeñan en realizar proyectos sintiendo una honda preocupación por el impacto que la realización de éstos pueda tener en el medio ambiente; con toda razón, por cierto; y sin sentir, por contra, el más leve desasosiego por el que se pueda causar en aquel otro mundo que contendría las muestras culturales afectadas por el mismo proyecto a realizar. Claro está que lo políticamente correcto -y hasta legalmente, también-el estudio del impacto ambiental es, incluso, preceptivo en todo estudio de trazado de esta índole, el impacto cultural, por el contrario, no lo es. Todo ello hace incomprensible esa incapacidad de modificar lo proyectado en un principio, como si de palabra de Dios de tratase, cuando todos sabemos que nada hay permanente y todo es modificable si de evitar daños se trata, especialmente culturales, no sólo medioambientales.

Así, pues, el Ministerio de Fomento se empeña en no modificar ese proyecto ferroviario que se ha denominado la variante de Loja que, aunque pueda causar daños de consideración en los acuíferos existentes en aquella comarca, en su camino hacia Granada y además, a su paso por el término de El Salar en que las vías se pretende que transcurran muy cerca de la zona de respeto, en las excavaciones de la recientemente descubierta villa romana, en cuya cercanía -y también de los muros, mosaicos, estancias y cimientos- se pretende que transite un tren a trescientos kilómetros por hora.

Los que se oponen son tachados de frenar el progreso, los avances y la prosperidad. Según los que trazan esa vía, para fomentar el desarrollo y conquistar el futuro no se puede modificar el proyecto, hay que dejar que te pille el tren. ¿O no?

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