SI no me salen mal las cuentas la emocionante porra de las dimisiones municipales va de momento así: Juan García Montero ha reclamado la dimisión de Cuenca por lo de su mujer y la feria de Tetuán (trece procesados); Cuenca ha pedido la dimisión de Isabel Nieto por la nos menos perturbadora feria del Palacio de Hielo (ocho personas bajo sospecha), y María Escudero, cerrando el círculo, ha exigido el cese de García Montero por la patética verbena en que se ha convertido el área de Cultura, que cada día se parece más a la empresa de pompas fúnebres municipal. Mientras los apostantes cruzan sus jugadas y esperan la dimisión del contrario, el alcalde se fue a hacer el camino (bueno, unos metros, que hace calor) con los hermanos rocieros, menguados este año por la crisis. Si nuestro políticos fueran consecuentes con las peticiones del contrario (hoy por ti, mañana por mí) no tardaríamos una semana en perderlos a todos de vista antes incluso de comerse las barretas. ¡Todos cesantes por honor! Incluso podríamos organizar una especie de despedida a bordo de ese engendro con ruedas que han bautizado la Diablina desde Plaza Nueva hasta el Tajo del Pollero donde los dimitidos se dejarían caer simbólicamente -y por estricto orden de antigüedad- hasta alcanzar el lecho del río.
¡La política local convertida en una esgrima pueril de dimisiones imposibles! La quiebra más que técnica de los ayuntamientos, su aversión del PP a desarrollar las competencias que tienen asignadas, más la hipoteca in saecula saeculorum para pagar a los proveedores va a convertir los ayuntamientos en centros recreativos o gimnasios para practicar el improductivo deporte de la dimisión o, en el caso de los alcaldes y tenientes de alcalde, para participar en todas las procesiones, desfiles, caravanas, romerías y peregrinaciones habidas y por haber.
Las dos casos que hay en los juzgados, y que han servido de pretexto para la petición de dimisiones de Cuenca y Nieto son tremendamente serios. Los tejemanejes de la feria de Diputación en Marruecos ha puesto en un compromiso serio a un ex diputado de IU y a diferentes empresarios. Y la maquinación del Palacio de Hielo ha puesto contra la cuerdas al ex concejal de Urbanismo y a conspicuos constructores. El trapicheo con suelo ajeno ha colocado en un brete al Ayuntamiento y ha sacado a la luz la oscuras relaciones del alcalde con ciertos promotores. Y no parece el único. La Abogacía del Estado ha denunciado al Ayuntamiento por una nueva apropiación de suelo, ahora en la Carretera de Córdoba. Mal asunto. La justicia pondrá en su momento a caldo a los supuestos infractores. Cuando ello ocurra y se dicten sentencias habrán pasado meses o años pero los que ahora participan en el juego de la dimisión cruzada seguirán, como es natural, en su sitio. Al tiempo.
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