
El balcón
Ignacio Martínez
Rendir a golpes
Intrigado por lo diverso de aquel estand de la feria del libro de Granada, me aproximé a conocer la editorial ‘Mundo negro’ charlando con sus amables promotores combonianos que, con gusto, me dieron detalles sobre ese mundo de un sur tan lejano y ahí al lado, África, la gran desconocida.
Así, en plena, amistosa charla que comenzaba a saciar mi curiosidad vacía aún de realidad africana, me topé nada menos que con el libro Príncipe de Benín (Editorial Mundo Negro, 2022) entre las estanterías. La sonrisa se me dibujó en el rostro y enseguida lo pedí para regalárselo a mi amigo Mateo que iba conmigo.
Un caudal de recuerdos se me vinieron a la mente mientras pagaba el precioso libro de la autora Maria Teresa Gallego Martínez. Hay personas clave en la vida y esta escritora lo fue en mi biografía en tiempos de búsqueda incansable de un camino por el que desde aquel encuentro en Barcelona ya no tuve dudas que era el mío.
María Teresa Gallego es para nosotros la tía Maite, la escritora de la familia, mi referente en ese vacío de precedentes de aquel escritor en formación que aún no se creía su vocación como para siquiera decirlo. Me sentía en aquel tiempo en la Barcelona Olímpica como eso, una suerte de príncipe sin trono, fuera de sitio. Ella ya preparaba Memoria entre el azul y rojo y, junto con nuestro querido y añorado tío Sebastíán, tuvieron la generosidad y el afecto de acogerme una larga temporada en su casa y alentar mi vuelo. Siempre les estaré agradecido en lo más intimo por su valoración y su tiempo.
Este reencuentro con tía Maite a través de su libro me muestra lo largo que es el camino de las letras, lleno de desanimos y de largas esperas, como la historia de este príncipe negro de Benín, país remoto junto a Nigeria, en cuya distante realidad buceó María Teresa Gallego sin descanso para poder fabular una aventura tan romántica y exótica como seductora y rigurosa, arrebatadora.
La tía Maite ya se contagió de africanidad en un primer viaje remoto a Sudáfrica de donde surgió su libro Desde Égoli, como luego ha hecho lo propio en sus largas estancias en Panamá, equinoccial periplo pleno de vivencias y descubrimientos que nos comparte, novelados, en libros como Querido Don Quijote, trayecto vital producto del espíritu viajero familiar que compartimos.
Me volví a casa con el libro de regalo y con tantos entrañables recuerdos de las charlas con el tío Sebastián y la prima Teresa, de los paseos por las laderas del Tibidabo, de los primeros talleres de escritura en Gracia y de esa entrañable amiga escritora que con su tesón abrió la brecha de la cervantina pasión que compartimos.
También te puede interesar